Vigencia del Lazarillo


Vivimos en el país del Lazarillo. En realidad, nunca hemos salido de ahí, de ese escenario burlón y amargo, de estafa y triquiñuela. Cuánto le debemos a ese escrutador autor anónimo (¿será Valdés, como argumenta Rosa Navarro, o Diego Hurtado de Mendoza, tal como dice Agulló?). Qué más da, ¿qué aporta eso? Lo esencial es su (nuestro) retrato, su ojo atento, su testimonio visionario. Qué espejo —honesto y fidelísimo— de cómo somos, de lo que hemos sido, de lo que seguimos siendo. No hay más que poner un pie en la calle, o asomar la nariz a la ventana, o mirar el telediario. Se comprende la indesbancable  permanencia de este libro como lectura obligatoria en centros de enseñanza. No hay mejor libro de la historia de España. No ha habido mejor radiografía. Ahora que la crisis acucia y que aflora el fiemo que había debajo de la alfombra o detrás de la cortina, volvamos la vista al Lazarillo. Leámoslo —o releámoslo, según el caso—, nos veremos, nos reconoceremos. Nunca hemos sido mejores, ni hemos pretendido serlo. Nos creímos listos, ricos y carismáticos, pero vemos que todo fue un espejismo, que somos los mismos pobres diablos —con distintas voces, con distintos trajes— que contempla Lázaro...

Imagen: El lazarillo de Tormes. Luis Santamaría Pizarro, 1887

Comentarios

  1. Cuántas veces no habré recordado la escena en la que Lázaro y el ciego acuerdan en comer por turnos de una en una las uvas de un racimo y el ciego empieza a cogerlas de dos en dos, y Lázaro, que no puede creer que pretenda engañarlo así, 'en su cara', en lugar de decirle algo, quiere ser más listo y, dado que no lo puede ver, se pone a cogerlas de tres en tres, y lo que sigue... Una escena absolutamente genial, y que resume la falsa agudeza en la que hemos incurrido en estos años. Clásico absoluto, y espejo de España sin duda. Lástima de las partes que se intuyen mutiladas -recuerdo un capítulo brevísimo-.

    La otra escena de picaresca que para mi ilustra el panorama de estos años, no sé de dónde es, la conozco por una adaptación del gran ilustrador Calatayud, donde un editor le promete a un dibujante pagarle tantas monedas como pueda sacar de una vasija. Éste se hace ilusiones, mete la mano y agarra todo lo que puede, pero cuando va a sacarla, descubre que el cuello de la vasija no permite pasar la mano más que abriéndola de nuevo... y perdiendo así todas las monedas.

    Un saludo.

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  2. Que acertada la propuesta de hoy de Jesus. ¿seria consciente el autor del Lazarillo de que estaba radiografiando la idiosincracia de la sociedad española. Seguro que si, sino no lo hubiera escrito, ahora bien, ¿Seria conocedor de la vigencia de esa idiosincracia. seguro que no, pero para eso estamos aqui los lectores del siglo XXI y lo estaran los del siglo XXII y XXIII, etc, porque es que somos asi. Nuestra caracteristica fundamental es el "ingeniarselas" para sacar algo de alguien o de nosotros mismos, engañando a ese alguien o incluso engañandonos, ademas en todos los ordenes de la vida. Debo reconocer que si el tiempo que dedicamos a la picaresca lo empleasemos en producir o trabajar ,la famosa prima de riesgo estaria en 50 puntos y no en 500.

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    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo, Antonio Luis, en lo de la prima..., jajaja

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    2. ¿Debo interpretar que en lo demas no estas de acuerdo?

      Un saludo

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  3. No, hombre, no, estoy acuerdo en todo, pero lo de la prima ha tenido su punto.

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