El tiempo otorgado


«Engendrados para un tiempo cortísimo, obligados a ceder rápidamente la plaza al siguiente, contemplamos este albergue provisional. Estoy hablando de nuestras vidas, que es cosa sabida que se desarrollan a increíble velocidad. Cuenta los siglos de las ciudades: verás qué poco tiempo llevan alzadas incluso las que se envanecen de su antigüedad. Todo lo humano es fugaz y perecedero, ocupante de una ínfima porción del tiempo sin fin. Esta tierra con sus ciudades y países, sus ríos y el cerco del mar, la consideramos como un punto si la comparamos con el universo: nuestra vida ocupa menos espacio que un punto si se confronta con todo el tiempo, cuya dimensión es mayor que la del mundo, en vista de que éste se mide repetidas veces dentro del espacio de aquél. ¿Qué importa entonces prolongar algo cuyo aumento, sea del tamaño que sea, no distará mucho de nada? Únicamente de una forma es mucho lo que vivimos: si es suficiente. Ya puedes citarme varones longevos y de ancianidad transmitida en la tradición, y echarme la cuenta de los ciento diez años de cada uno: cuando pongas tu atención en todo el tiempo se quedará en nada la diferencia entre la vida más corta y la más prolongada, si consideras cuánto vivió uno cualquiera y lo comparas con cuánto dejó de vivir. Por ende, tu hijo murió en su sazón; vivió, en efecto, cuanto debía vivir, no le quedaba ya nada más. No es para los hombres única la vejez, como tampoco para los animales: a algunos los agota en catorce años y para ellos es una edad avanzadísima ésta que para el hombre sería la primera. A cada uno se le ha otorgado una distinta capacidad para vivir. Nadie muere demasiado pronto, porque no iba a vivir más de lo que vivió. Para cada uno hay marcada una linde: siempre permanecerá donde fue colocada y no la moverán más adelante ni el empeño ni el favor. Tómalo así: tú perdiste a tu hijo según lo que estaba previsto; tuvo lo suyo y

alcanzó la meta del tiempo otorgado

Así pues, no hay razón para que te apesadumbres diciéndote: “Pudo vivir más”. Su vida no quedó truncada, ni el azar se ha entremetido nunca con los años. Se entrega lo que se prometió a cada uno: los hados andan su camino y no añaden nada ni quitan a lo prometido una vez. Inútiles son los deseos y los afanes: cada cual tendrá lo que su primer día le asignó. Desde aquél en que vio la luz por vez primera, emprendió el viaje hacia la muerte y se acercó más a su destino, y los mismos días que se añadían a su adolescencia se restaban a su vida. Todos nos movemos en este error de no creer, si no es cuando somos ancianos y caducos, que nos dirigimos ya hacia la muerte, cuando lo cierto es que nos llevan a ella la infancia y la juventud, cualquier edad.»

(De Consolación a Marcia. Séneca. Trad. de Juan Mariné Isidro. Ed. Gredos) 

Ilustración: The marriage of Heaven and Hell. William Blake.

Comentarios

  1. Estimado Jesús, GRACIAS;

    Son pocos los fragmentos de cualquier obra literaria que consiguen producir en mí una sensación de escalofrío por todo mi cuerpo y éste de hoy, que has tenido a bien compartir con tus seguidores, es uno de ellos, gracias.

    Me quedaría con una reflexión de las muchas que se recogen en el fragmento;

    "Únicamente de una forma es mucho lo que vivimos: si es suficiente."

    ¡¡¡Sudores fríos me produce su contestación...!!

    ¿Ustedes, seguidores del Infierno, se atreven a contestarse así mismos? Inténtenlo, les aseguro que los escalofríos están garantizados!!!

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. A mi no me produce escalofrios el texto, yo lo que quisiera saber es mi fecha de caducidad, como los yogures.
    De todas formas estoy de acuerdo con Magdalena, no faltaría más.

    Un saludo

    P.D.: Barbusse, anímate y cuelganos algo más divertido, anda, que estas fiestas de Corpus.

    ResponderEliminar
  3. Magdalena: Séneca habla tan claro y de manera tan directa que puede hacernos sentir intimidados. Para mí es un autor fundamental, para tenerlo siempre a mano. Y eso que Nietzche lo calificaba de "gran hipócrita", porque su pensamiento iba por un sitio y su biografía por otro, a menudo contrapuestos. Independientemente de eso, sus textos rezuman autenticidad y son diáfanos, por eso pueden llegar a sobrecoger. Habrá por El Infierno mucho Séneca. Si te interesa, te recomiendo las "Cartas a Lucilio": un libro que hay que tener y (re)leer.

    A.Luis: Ya tocaba algo más solemne; prometo ir alternando textos más sobrios con otros más divertidos, pero, ya digo, Séneca es VIP aquí.

    Saludos.
    Jesús

    ResponderEliminar

Publicar un comentario