A propósito de Eça de Queirós

Sí, miren, sí. Bonita cubierta, ¿eh?

(Les dejo un rato para que se recreen...)

Vale, ¿ya?

Seguimos.

Habrán reconocido que esta obra de aquí al lado es otro nuevo y potencial impedimento para ahorrar unos eurillos, y con respecto a mí, la excusa perfecta para hablar un poco –sin ánimo de querer decirlo todo, que es el secreto, según Voltaire, para no convertirse en un plasta– de uno de los mejores novelistas de todos los tiempos: el portugués José Maria Eça de Queirós. Seguro que no le han leído nada, ¿me equivoco? ¿...? Lo suponía. Y eso que es de aquí al lado, de nuestro país vecino, de la tierra que comparte con España esta península con forma de piel de toro extendida, o eso dicen. Pues que sepan que se pierden a un escritor de raza, de los de fuste, de los que escriben como si lo narrado hubiese ocurrido ayer por la tarde, o esta misma mañana.

De este crack con monóculo, bigote de puntas atusadas e impecable chaqueta de paño verde inglés, les apuntaré solo –y seguramente de manera torpe y deshilachada– unas breves notas, para que cada uno amplíe conocimientos por su cuenta, porque sé, me consta, que los lectores de este blog tienen sus propios mecanismos de exploración ampliativa a partir de lo aquí leído. Lo primero y fundamental es que Eça de Queirós (o Queiróz, usando la grafía con la que también pueden encontrarlo) es un escritor como la copa de un pino. Se ha comparado a Galdós, aunque no siempre esto ha sido bien recibido. Borges, por ejemplo, cuando alguien le dijo que Galdós era, en su opinión, mejor novelista que Eça de Queirós, le contestó lacónica pero contundentemente: "mi sincero pésame". Al margen de estos juicios comparativos –piques entre literatos que dan mucho juego pero aportan poco–, lo que está claro es que la literatura de Eça ha ido in crescendo con el tiempo y cualquiera que se acerque a sus obras hallará una narrativa de enorme fuerza, frescura y viva penetración. Cualquier página suya impresiona, ante todo por su prosa de sabio ritmo. Estilista refinadísimo, se ha dicho de él que si hubiese nacido en Inglaterra o Francia habría sido tan conocido como Dickens o Balzac (lo mismo ocurriría con Galdós, todo sea dicho de paso). Con Dickens comparte, además, el sentido del humor, la ironía y la enorme capacidad para crear personajes de una pieza, de los que se salen del libro, a los que dota de un hálito humano y de una carnalidad difícilmente olvidables.


Refinado, elegante y cosmopolita (su carrera diplomática le permitió viajar por Europa, África, y América), el autor portugués escribió una amplia obra narrativa, entre la que destaca la excepcional Los Maia, considerada como su obra más lograda, donde narra la decadencia de una saga familiar aristocrática portuguesa a lo largo del tiempo. Compite por el top de su maestría literaria la novela El primo Basilio, una historia de adulterio ambientada en Lisboa, que algunos historiadores de la literatura con nada sospechoso criterio, como José María Valverde y Martín de Riquer, consideran una de las mejores novelas jamás escritas. Otros títulos de su admirable obra son La capital (tronchantes son las jugarretas que le hacen a su patético protagonista, el pálido y  meláncolico Artur Corvelo, poeta provinciano aspirante a hacerse un nombre en la sociedad literaria lisboeta), La reliquia (inteligente y divertidísima parodia de la devoción religiosa y de sus efectos sociales), La ilustre casa de Ramires (donde relata las aventuras de un hidalgo del siglo XIX con problemas para reconciliarse con la grandeza de su linaje), y El misterio de la carretera de Sintra (una estimulante incursión en la novela de género policíaco). De no menor calidad literaria son sus cuentos y sus nouvelles, como El mandarín, una maravillosa fábula moral sobre el servilismo del dinero, que Borges admiraba.

En nuestro país, Eça  tuvo dos destacados valedores: Valle Inclán, a principio del siglo XX, que lo tradujo a nuestra lengua, y posteriormente, Carmen Martín Gaite, en los años 70. Su obra en España está hoy accesible, bien traducida y cuidada gracias a editoriales como Acantilado (que ha rescatado gran parte de sus títulos), Pretextos, Alba y Siruela. Ahora se suma Impedimenta, con este libro sobre las crónicas egipcias que escribió Eça de Queiroz en 1869 a propósito de su viaje para la inauguracion del canal de Suez, la mayor obra de ingeniería de su época, que cautivaría la imaginación de todo Occidente. 

Cualquiera de estos libros de Queirós, da igual por donde empiecen, créanme, les hará entrar directa e inmediatamente en el selecto club de fans de este grande entre grandes de la literatura. Y entrarán, pero ya no saldrán.  

Comentarios

  1. Comparto con usted al cien por cien el entusiasmo por Queiros (y por Galdós, dicho sea de paso): Alves & Cía; El crimen del padre Amaro; El conde de Abraños... son obras maestras llenas de crueldad y cinismo, de una mirada implacable y piadosa a la sociedad de su tiempo. Y de humor, de mucho humor (otra vez como Galdós).
    Otro portugués muy legible (sin llegar a la altura del maestro EÇa es Camilo Castelo Branco, con el desquiciado romanticismo de su Amor de perdición... no hay siglo como el XIX para la narrativa!

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