Caigan, déjense caer


Quizá no lo han visto y no se han enterado. O quizá lo han visto y han preferido mirar para otro sitio, disimuladamente, con un desabrido mohín en la boca, como si fuese algo que no tiene -ni quieren que tenga- que ver con ustedes. De ese modo -se dicen, se mienten a sí mismos-, su conciencia queda liberada, queda exenta del fatigoso e ingrato trabajo de tener que desaflojar el deseo, aquietar el ansia, minimizar el impulso súbito. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Sea como fuere, yo estoy aquí -recuerden- para no dejar pasar lo que es necesario saber, lo que debe saberse, lo que -a su pesar y en el fondo- exigen saber. Y saben -ya lo dijo Wilde- que el mejor modo de vencer una tentación es caer en ella. 

Por eso, déjense caer,
caigan,
disfruten cayendo...

Comentarios

  1. Menudo c... es el señor Barbusse. ¡¡No me había enterado!!

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  2. Alba, me trae a mal traer. Mi economía no aguanta sus estupendas ediciones.
    Un saludo.

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  3. Si todas las caidas terminan en Alba tendremos que tropezar más a menudo.

    Gracias y un saludo

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  4. ¡Lo he visto, lo he visto! Y he caído. Totalmente rendida.

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  5. He caído tantas veces en Alba, tan satisfactoriamente, que ya es un deporte y un placer. Gracias por el blog. Enhorabuena.

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  6. Pues seguro que en esta me dejo caer, pero totalmente. Un saludo.

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