Lectura guiada de 'Abel Sánchez'

Detalle del retrato de Carlos Meni, por Santiago Rusiñol, que sirve de portada al edición de Alianza

Abel Sánchez, como ya avanza su subtítulo ("una historia de pasión"), es una reelaboración del tema de Caín y Abel (que también trató, entre otros, Lord Byron, mencionado como intertexto en la novela unamuniana).

Dos amigos -no hermanos en este caso, sino amigos-, Joaquín y Abel, comparten vida y andanzas desde pequeños; y, sin embargo, sus destinos son muy distintos: mientras que Abel casi sin esforzarse se gana la simpatía de todos sus semejantes, Joaquín cae antipático también sin merecerlo. Nace así en Joaquín una envidia visceral y enfermiza que se agrava cuando Abel enamora (también casi sin querer) a Helena, la mujer deseada por Joaquín. La novela muestra la tensión interna del personaje, que se debate entre el deseo de superar la pasión destructiva que lo habita, y el deseo de darle rienda suelta, destruyendo a Abel.

Unamuno alcanza con su escritura la auténtica disección quirúrgica de una personalidad, de un personaje, y se anticipa en muchos años, con esta novela oscura, imponente y obsesiva, a las fórmulas novelísticas que se impondrían en la posguerra de 1945. Estamos ante una novela redonda, que ha ido creciendo con los años, una pequeña obra maestra.

ACTIVIDADES

A) Contesta las preguntas que se formulan en la guía de lectura (disponible para descarga hasta el 24 de noviembre) y envía tus respuestas al mail elinfiernodebarbusse@gmail.com.

B) Comparte tu opinión (usando la herramienta "responder" que figura debajo de cada uno de los comentarios que sirven de cabecera) acerca de alguna o todas de las siguientes cuestiones de debate:

1. Se ha señalado por diversos estudiosos que el lector de esta novela prefiere el envidioso al envidiado, es decir, Joaquín a Abel. ¿Ha sido así en tu caso? En tu opinión, ¿a qué crees que es debido?

2. Abel le reprocha a Joaquín, ya hacia el final de la obra, que su problema es sencillamente "querer ser querido con exclusión de los demás o más que a ellos". ¿Piensas que esto es lo que define a los celosos y envidiosos?

3. ¿Cómo interpretas que a Joaquín le duela tanto la indiferencia de Abel? ¿Necesita Joaquín de Abel para para ser plenamente él, para realizarse, aunque sea de la manera que es, envidioso, celoso, malicioso? ¿Necesita la pasión del odio, como la del amor, ser avivada, correspondida?

4. España, ¿tierra de envidiosos?

La fecha tope tanto para la entrega de la guía como para la realización de comentarios es el martes día 24 de noviembre.


MATERIAL DE APOYO

Se ofrece aquí, para el lector interesado, un breve texto introductorio a la novela. Este material no es necesario para hacer las actividades, pero sí recomendable como documento de lectura y reflexión previa a la realización de las mismas.

El fondo del alma: "Abel Sánchez", por Julián Marías

Participa y podrás ganar uno de los 3 lotes de libros de la narrativa completa de Unamuno, en la magnífica edición de Biblioteca Castro, que se sortearán el día 29 de noviembre. Toda la información aquí.

Comentarios

  1. Se ha señalado por diversos estudiosos que el lector de esta novela prefiere el envidioso al envidiado, es decir, Joaquín a Abel. ¿Ha sido así en tu caso? En tu opinión, ¿a qué crees que es debido?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues si, curiosamente el otro día ya terminando la novela lo estuve pensando detenidamente y me lo decía a mi mismo, pero ¡si me cae mejor Joaquín, que supuestamente es el envidioso que Abel, el envidiado! Y es que a mí particularmente, y aunque en un principio Abel no hace nada para que el lector se ponga en su contra, no sé a mi personalmente el pintor este me cae mal, me cae mal y no lo puedo remediar, sin embargo con Joaquin, tengo más empatía. Seré otro envidioso.

      Eliminar
    2. A mí me pasa igual, en mi opinion es porque se disecciona tanto al personaje que llegas a comprender su manera de actuar, su pasión incontrolable. De Abel, sin embargo, conocemos poco, se presenta como un personaje más frío y calculador. Joaquín nos mueve a la compasión porque conocemos cual es su infierno personal.

      Eliminar
    3. Sí, sí, yo también soy muy de Joaquín. Abel es un poco sobrado de todo. :))

      Eliminar
    4. Creo que el propio autor siente más apego por Joaquín que por Abel y algo de eso se nos transmite al leer su historia. No es sólo la alusión al Caín de Byron, que se alejaba de postulados biblícos y otorgaba cierta culpabilidad a Abel al ser favorecido, el elegido entre todos por sus características innatas y no por propios logros, sino por la imprecisión con la que Unamuno nos muestra a ese personaje que sin embargo la pocas veces que aparece definido es para hacerlo como un tipo ambicioso, egoísta, sólo pendiente de sí mismo y de su gloria.

      En el fondo resulta más sencillo identificarse con Joaquín porque vemos en sus motivaciones un algo irracional que lo domina al contrario que Abel que tiene un punto un tanto calculador y frío. Joaquín es un personaje más humano, sus contradicciones nos acercan a él, su diálogo interno también. Y no creo que sea así por casualidad.

      Lara.

      Eliminar
    5. Es inevitable, desde luego. Unamuno empleó aquí el concepto de novela como método de conocimiento, tan propio suyo (me río yo de aquellos escritores que desprecian la novela por considerarla de inferior categoría al ensayo o a la poesía). Y ya creo que lo aplicó. Disecciona de tal manera a Joaquín (su nombre nos recuerda fonéticamente el de Caín) que no deja ni un recoveco sin mostrar. Eso lo hace muy humano. Podemos conocer por qué actúa como actúa y compadecerlo de alguna manera.

      Sin embargo, de Abel poco se nos transmite. Y lo que conocemos de él, ¡ojo!,lo conocemos a través de las impresiones del propio Joaquín.

      ¿Se han preguntado quién es el narrador de la novela?

      Eliminar
    6. Pues yo no consigo empatizar con Joaquín. Al contrario, hay muchos momentos en que me hace sentir muy mal, esa vida entera amargado y carcomido por esa forma de ser. En cambio a Abel lo veo más accesible, más normal, aunque algo indolente, pero no le veo mala persona en general.

      Eliminar
    7. No opina así su hijo, Abelín, que dice sobre el pintor: "Pero mi padre no siente ni la pintura ni nada. Es de corcho, maestro, de corcho. (...) Y es un egoísta, un perfecto egoísta".

      Eliminar
    8. Pero eso bien pudiera ser una artimaña del autor para darle a Joaquín una vía de escape. Y es que Unamuno en omnipotente con sus personajes, no se deja llevar por ellos, sino que los controla de principio a fin.

      Eliminar
    9. Es cierto, existen dos narradores, uno omnisciente que nos va relatando algunas escenas y el otro es el propio Joaquín a través de su escrito "Confesiones". Así que la mayor parte de las veces nuestra percepción de lo sucedido será la propia de Joaquín y de ahí que nos resulte más cercano, más humano y por tanto comprensible... ¿no? y que lo poco que percibimos de Abel sea su propia opinión, no precisamente halagüeña.

      Aunque reconozco que la opinión sobre Abel que me descabaló un poco es la de su hijo, me pareció más tajante que las del propio Joaquín y menos susceptibles de estar contaminadas por sentimientos extremos como los de este último. De ahí que me pareciera que incluso Unamuno no apreciara del todo a Abel o que fuera una forma de situar al personaje ante el lector, su verdadera naturaleza.

      Lara

      Eliminar
    10. De acuerdo en que hay dos narradores: Abel, a través de su "Confesión" (en primera persona); y un narrador omnisciente (en tercera persona). Este último ¿quién es? ¿Unamuno? O hago la pregunta de otro modo: ¿se han preguntado qué quiere dar a entender ese "Queda escrito" que aparece al final de la novela?

      En Unamuno no todo es evidente. Le gusta mucho jugar inteligentemente con nosotros los lectores.

      Eliminar
    11. A mí ese "Queda escrito" me mosquea mucho.

      Eliminar
    12. Joaquín es un personaje persona, es “fieramente” humano. Por eso está más cerca de nosotros y de cualquiera que lea el libro. Abel parece no tener nada dentro; nada que no sea su pincel y sus cuadros: no quiere a su mujer (aunque para querer a Helena...), no quiere a su hijo. Ya sólo al final, con el nieto, muestra algo de calor. Joaquín tampoco es que sea un personaje “simpático” pero, al menos, tiene las debilidades propias de todos los hombres (evidentemente exageradas por Unamuno para poder llevar a buen fin su libro).

      Eliminar
    13. Pues yo creo que el " queda escrito", se refiere a Memorias de un médico viejo, que supuestamente estaría "escrito" por Joaquín y que sería este las mires del saber del mundo, de pasiones, de vida, de tristezas y alegrías, hasta de crímenes ocultos. Un espejo de la vida, pero de las entrañas, y de las más negras, de ésta, una bajada a las simas de la vileza humana, un libro de alta literatura y de filosofía acibarada a la vez. Yo creo que puede referirse a esto, a lo mejor piensan este hombre no tiene ni idea de lo que ha leído, pero ahí lo dejo.
      Un saludo a todos. Este Unamuno.....

      Eliminar
    14. El "QUEDA ESCRITO" tiene, para mi, resonancias bíblicas, como de algo de lo que hay que sacar alguna enseñanza.

      Eliminar
    15. Yo creo como Antonio, el "Queda escrito" pone final a las Memorias de Joaquín, que es la novela Abel Sánchez. El doble narrador es Joaquín. Así lo veo yo también.

      Eliminar
    16. Aparte de tener resonancias bíblicas, como dice acertadamente Viejo Fettes, Unamuno es fiel a su principio de considerar también al lector un autor -en tanto da vida a los personajes cuando lee una historia- y hace un doble juego en esta novela: no solo mete una "Confesión" intercalada en el texto de la novela como propia de Joaquín, sino que, como ha dicho Antonio L. y Santi, el libro en sí mismo que estamos leyendo no es otra cosa que las "Memorias de un médico viejo" que Joaquín proyecta escribir y así refiere varias veces. De este modo, Unamuno se desvincula de la narración y de la autoría, algo que le gustaba tanto, y deja todo el peso de la narración al personaje, como si este fuese real, como si existiese de verdad.

      Eliminar
    17. Coincido con Ángel, el personaje de Joaquín se nos presenta en mayor profundidad. Unamuno hace esa labor de disección, penetrando en los entresijos de su alma. Por ello conmueve y perturba, uno siente compasión por él y a la vez se le atraganta. Abel está más difuminado, hay cierta ambigüedad, porque uno no sabe si es cierto lo que Joaquín piensa de él o esa imagen está deformada por su obsesión. Yo también llegué a dudar cuando Abelito dice de su padre que es egoísta, frío y vanidoso. Pero la actitud que tiene el pintor con su nieto dista mucho de esto, ¿es la influencia de Joaquín lo que hace a Abelito hablar así de su padre? ¿Se deja dominar por el despecho y el resentimiento que todo hijo llega a albergar en algún momento por su padre?

      En mi caso no he podido decantarme por ninguno de los personajes. Joaquín deja huella, su pasión es intensa y uno llega a sufrirla como propia. Pero pensando en Abel, ¿se merece ser objeto de ese odio tan enconado? ¿Por qué Joaquín no rompió los lazos con su amigo y siguió cebando a su demonio interno? La personalidad obsesiva, la autocompasión y la crueldad final de Joaquín hacia su mujer, el modo en el que sucumbe a su demonio, son demasiadas cosas como para preferirlo por encima de su antagonista.

      A mí también me descoloca ese "queda escrito" y coincido en parte con el resto de comentarios, aunque no llego a ver del todo la relación con las memorias de Joaquín.

      Eliminar
    18. A mí también me ha gustado más Joaquín desde el principio. Es muy humano, y desnuda todos sus sentimientos y temores con el lector. De Abel casi nada sabemos. Y también no sé, se va viendo que tampoco es tan bueno. Y el envidioso sufre durante todo el libro. Y el lector con él. Yo me preguntaba si en algún momento se daría cuenta de lo maravillosa que es Antonia. Podría ser cualquier persona cercana la que nos cuenta estas penas... A mí también me gusta más.

      Eliminar
    19. Gerardo: interesante lo que puntualizas porque es una de las características de la buena novela, como la que nos ocupa: el hecho de que no tengamos nada seguro, se plantean y exponen temas, caracteres, personalidades, pero nunca llegamos a aprehender el último rincón del alma de cada persona. De ahí que, aunque nos sintamos proximos a Joaquín, se nos escapa algo que es su esencia, su último fondo más íntimo. Aquí no hay buenos ni malos, sino personas.

      Esta imposibilidad de acceso al interior de la persona está llevada a su últimas consecuencias en "La novela de don Sandalio", como veremos.

      Eliminar
    20. Inés: Antonia es, en realidad, la típica mujer-madre del universo unamuniano (recordemos a Marina del Valle de "Amor y pedagogía"). Y fíjate en que es ella la que le da la posible solución a su problema: le dice de huír, de quitarse a Abel de su vista, la persona que le provoca esos sentimientos. Con su instinto, Antonia tiene la solución, su salvación, pero Joaquín, obsesionado, no le hace caso.

      Eliminar
  2. Abel le reprocha a Joaquín, ya hacia el final de la obra, que su problema es sencillamente "querer ser querido con exclusión de los demás o más que a ellos". ¿Piensas que esto es lo que define a los celosos y envidiosos?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que Unamuno, por boca de Abel, da en el clavo. Ese es el gran infierno de los celosos, de los envidiosos, el querer ser más queridos que nadie, que los quieran sin que los que los quieren quieran a otros. Se niegan a que alguien comparte ese cariño, afecto o amor.

      Hay unas palabras reveladoras en la novela a propósito de esto que lo dicen todo. Es cuando Joaquín le dice a Antonia que no desea tener más que un niño porque "no se puede repartir el cariño igualmente entre varios: lo que se le da a uno se le quita al otro".

      Eliminar
    2. Efectivamente Mildred, y además, el párrafo que mencionas continúa: "Cada uno pide todo para él y sólo para él. No, no, no quisiera verme en el caso de Dios...
      Y ¿cuál es el caso?
      El de tener tanto hijos. ¿No dicen que somos todos hijos de Dios?"

      Tremendo

      Eliminar
    3. Aunque la novela se centra en los sentimientos de Joaquín, no olvidemos que ambos eran amigos desde la infancia, por lo que Abel conoce bien a su amigo y aunque no hace alarde de ello, sabe bien de qué pie cojea Joaquín.

      Eliminar
    4. Es posible que ese deseo de ser amado "en exclusiva" sea la verdadera tragedia de estas personas. Por mucho que tú les des cariño, como vean que lo repartes entre varias personas, ya están molestos. De todas maneras, yo distinguiría entre celos y envidia, no son lo mismo, ni generan las mismas reaciones ni sus fundamentos son idénticos. El celoso teme perder a una persona a la que él quiere (en principio), y siente pesar cuando esta persona demuestra querer a otros. La envidia, sin embargo, no presupone, que uno quiera a la persona envidiada.

      En fin, creo que en Abel se mezclan varios sentimientos a la vez, generándole, según cada uno, reacciones y actitudes distintas.

      La novela me ha parecido brillante.

      Un saludo

      Eliminar
    5. Estoy con Esteban, creo que ese sentir pertenece más a los celos que a la envidia. No es necesario querer para sentir envidia aunque sí es verdad que ambos sentimientos parecen enredarse con facilidad en una misma persona. Ambos provienen de la necesidad de sentir que mereces más de lo que recibes por parte de los otros. De estar siempre en desventaja con respecto al otro y culparlo por ello.

      Lara

      Eliminar
    6. Sí, es verdad, aquí los sentimientos están mezclados, lo que hace aún, creo yo, más verosímil la historia, porque en realidad no hay sentimientos puros y aislados.

      Eliminar
    7. Seguramente sí. Durante la lectura de la obra pensaba que, realmente, en ningún momento, salvo en el caso de Helena (personaje, a mi entender, absolutamente detestable) se nos muestra a las claras que la gente no quiera a Joaquín: su mujer, su hija, su yerno, incluso Abel, creo que quieren a Joaquín, pero Joaquín o no lo percibe así o no soporta que otras personas puedan querer a Abel.

      Eliminar
    8. Hay un momento en la novela en el que se dice "Todo odio es envidia". Podría ser....

      Eliminar
    9. Seguramente. Pero opino también como algunos lectores por aquí. Abel lo conoce y sabe de qué pie cojea. Y ahí es donde le da. A fin de cuentas, Abel sólo busca ser famoso y reconocido por los demás. En exclusiva. Si su hijo fuera pintor y destacara más que él, seguramente nos contaría en primera persona qué es ser envidioso. A él le ha salido todo casi como quería, nada tiene que envidiar.

      Eliminar
  3. ¿Cómo interpretas que a Joaquín le duela tanto la indiferencia de Abel? ¿Necesita Joaquín de Abel para para ser plenamente él, para realizarse, aunque sea de la manera que es, envidioso, celoso, malicioso? ¿Necesita la pasión del odio, como la del amor, ser avivada, correspondida?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Menuda preguntita. Yo creo que sí: el odio exige respuestas. Dicen que lo peor que puede hacer tu enemigo contra ti es mostrar indiferencia. Y eso aquí se recalca en varias ocasiones. Para amar ser correspondido no es necesario, aunque sí es así aviva el amor y no se apaga. En cuanto al odio, creo que debe ser igual. Se puede odiar sin correspondencia, pero si ésta existe, el odio se alimenta.

      Eliminar
    2. Sepan que para Unamuno nos hacemos, somos porque existen los demás, los otros. La personalidad se crea porque, de alguna manera, nuestros semejantes actúan como espejos en los que nos reflejamos, podemos "vernos", nos reconocemos y nos suscitan sentimientos, nos fuerzan a pensar y a adoptar posturas. Se es porque se vive por/con/contra los demás.

      Me temo que Joaquín ES porque Abel le da su razón de ser. Le da vida, le aviva su pasión. Le da sentido.

      ¿Se han preguntado el por qué del título de la obra?

      Eliminar
    3. La novela narra principalmente la vida de Joaquín Monegro, pero es que la vida de Joaquín Monegro gira en torno a Abel Sánchez, todo lo que hace o deja de hacer Joaquín tiene su referencia en todo lo que es Abel.

      Eliminar
    4. ¡Ostras! claro... de ahí el título a pesar de que a quien veamos todo el tiempo sea Joaquín y no Abel.

      Lara

      Eliminar
    5. Yo creo que mostrar indiferencia es de la peores actitudes hacia alguien. Viene a decir que le importas un cojon de mico, en resumen. Abel está reiteradamente pendiente de si Abely Helena hablan de él. Me acuerdo ahora de la escena de la criada que había servido en casa de Abel y a la que Joaquín atosiga preguntándole si en la otra casa dicen alguna vez algo de él. de Lo mismo ocurre cuando Abelín se hace discípulo suyo e intenta sonsacarle sobre la opinión que de él tiene su padre.

      Es lo mismo que cuando te enamoras de alguien, Abel está que no se aguanta sobre lo que el otro opina sobre él, en qué consideración lo tiene. Ya digo, la indiferencia amarga a mucha gente.

      Eliminar
    6. Abel es un fuego que alimenta a Joaquín, sin duda. Del mismo modo que Abel necesita de Joaquín, cuidado, pues no debemos olvidar que Abel es el pintor que es no gracias a sus cuadros, sino a las palabras que sobre ellos vierte Joaquín. Tiene algo de Stevenson esta obra maestra de Unamuno, por tanto.

      Eliminar
    7. Hay un comentario de Julián Marías, en el texto que les he pasado como material de apoyo, que viene a referir el aspecto sobre el que hablamos:

      "Joaquín oscila siempre entre dos extremos: el afán de curación, de liberarse de su odio, y el hondo apego a él, su radical vinculación a la pasión que lo devora. Y esto revela que siente a su odio como su propia realidad, como un momento ontológico que lo constituye. Unamuno ve claramente que no se trata de un sentimiento, sino de una determinación del ser. Joaquín ES odioso, y por aquel conato de perseverar en el ser de que Spinoza hablaba, adhiere a su ser de odiador; y únicamente quisiera escapar a él en nombre de otro ser posible suyo, más hondo acaso, aquél que sería si tuviera un auténtico amor, a su mujer o a un hijo, es decir, otra determinación ontológica de opuesto signo."

      Por eso al final, Joaquín comprende que su salvación podría haber estado en haber querido a Antonia, pero, reconoce, "no he querido quererte"

      Eliminar
    8. Precisamente parece que la indiferencia de Abel es lo que alimenta esa envidia. Que Abel no sienta despecho, sino incluso compasión por el alma atormentada de su amigo, desquicia a Joaquín. Si la actitud de Abel hubiera sido como la de Helena, que le desprecia y trata con maldad o al menos malicia, puede que la relación entre los amigos se hubiera ido enfriando y hubieran roto sus relaciones para siempre o incluso se hubiera reconciliado. Pero es que, a pesar de la envidia y el odio de Joaquín, se tratan. De hecho, Joaquín busca a Abel: acepta ir a su boda, lee un discurso a su favor, se convierte en el mentor de Abelito, induce a su hija a casarse con el hijo de su enemigo, etc. Parece que Joaquín se regodea en su sufrimento, lo convierte en el eje de sus existencia, sobre el que pivota su vida y busca en el odio su refugio.

      Eliminar
    9. Se necesitan ambos, sino, alguno hubiera desaparecido de la vida del otro. Joaquín lo necesita, pero Abel a él también. Es, como dije en mis respuestas enviadas, una amistad extraña y enferma. Abel odia a su manera, creo yo, y es que la indiferencia es casi el peor desprecio. No sé, pero Abel me ha caído muy gordo. Otro hubiera desaparecido.

      Eliminar
    10. Sí, muchas relaciones, si nos fijamos bien y somos sinceros, se fundamentan en una constante relación amor-odio. El amor conlleva el odio (la ley de los contrarios) y es verdaderamente lo que nos hace valorar a aquél. Un amor constante y definitivo, sin altibajos, es muy sospechoso. E insano, en mi opinión.

      Eliminar
  4. Respuestas
    1. La envidia es un sentimiento universal, pero España se lleva la palma. Nuestro país ha sido catalogado desde muy antiguo como un país donde proliferan los envidiosos, ese sentimiento que se ha definido como el "pesar por el bien ajeno". Basta ver su historia y cómo se ha ido desarrollando para darse cuenta qu esto es así. Aquí en cuanto uno tiene éxito en algo, se pone bajo sospecha. Los españoles son muy así, por qué negarlo.

      Eliminar
    2. Creo que es aceptado por todos que los españoles somos envidiosos y además esta envidia es hereditaria, pasa de padres a hijos, como pasa el pelo rubio o los ojos claros, y son pocos los que logran salvarse de la misma, que por otra parte no nos deja disfrutar a gusto de la vida ¡qué envidia dan los que no sienten envidia! Como dice Sebastián cuantos caminos profesionales, personales no han sido cortados por la envidia ¡que les den! esa es la frase por excelencia en la que se concluye la envidia. ¿Pero porque se siente? ¿Porque se es más guapo, más rico? Pues a veces sí pero no siempre, porque creo que la envidia carece de lógica.

      Eliminar
    3. A mí lo que me saca de quicio es la típica expresión "envidia sana" Como si hubiese envidia buena mala y regular. Si es sana, es otra cosa, digo yo, porque la envidia es dañina, especilmante para quien la padece. Estoy de acuerdo con que en España tenemos inclinación por esta mala querencia.

      Eliminar
    4. Sin duda, aquí somos muy dados a eso, así nos va. Y no es precisamente de la "sana", como dicen más arriba. Muchas veces se desprecia aquí, por pura envidia, lo que vemos que triunfa fuera de nuestras fronteras. Así nos va.

      Eliminar
    5. Pues no estoy muy convencida de ello. A mí me da por pensar a veces que nos define mucho más la falta de amor propio y la mediocridad. Pero ni siquiera de esto estoy segura, sólo lo pienso los malos días o aquellos en los que no tengo muchas ganas de elaborar algo más preciso y concreto.

      En fin, es que me resisto mucho a las reducciones. No creo que me haya encontrado en mi vida con más envidiosos que simples, por ejemplo. O he sido muy afortunada o de ello concluyo que abundan más los imbéciles que los envidiosos. Aunque tampoco creo que sea consuelo si se piensa detenidamente, jeje.

      En cualquier caso, y es algo que esta novela muestra a la perfección, la envidia es de todos los defectos el peor para quien lo padece: sufre mucho más el envidioso que el envidiado. Asi que sí, en cierta forma está emparentado con la imbecilidad porque mira que no obtener ningún beneficio propio cultivando un defecto... ya es el colmo, ufff. Un defecto poco productivo, vaya que sí.Y de eso sí que sabemos en este país.

      Lara

      Eliminar
    6. Pues no te falta razón, Lara.

      Eliminar
    7. La envidia es un defecto universal, que se puede encontrar en todo tipo de ambientes, pero que sobre todo se realza en los lugares pequeños, donde todo el mundo se conoce, donde todos saben todo de todos y lo que no se sabe se imagina y se torna real para los protagonistas. De mentira se saca verdad, y de la envidia que se siente hacia alguien, a ese alguien lo volvemos diferente de lo que es en realidad, a nuestro antojo.

      Eliminar
    8. Es muy revelador sobre este particular la parte de la novela en la que se indaga sobre en quién nace la envidia y qué personas son objeto de ella. En el capítulo 32, dice Joaquín unas palabras que coinciden con lo que los clásicos (en concreto, Aristóteles y Cicerón) ya decían sobre este sentimiento:

      "La envidia no puede ser entre personas que no se conocen apenas. No se envidia al de otras tierras ni al de otros tiempos. No se envidia al forastero, sino los del mismo pueblo entre sí; no al de más edad, al de otra generación, sino al contemporáneo, al camarada. Y la mayor envidia entre hermanos (...) Y entre padres e hijos" (...) La envidia es una forma de parentesco."

      Eliminar
    9. Cervantes, Fray Luis de León, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Miguel de Unamuno... Nombres hoy incuestionables que sufrieron cárcel o exilio. La lista sería, lamentablemente, extensísima. No sé si España es un país cainita, pero siempre que pienso en mi país lo hago primeramente con los dos tipo dándose garrotazos que inmortalizó Goya. ¿Tópico? Puede ser. Ojalá esté equivocado.

      Eliminar
    10. Sí, somos muy así. Muy de garrotazo, muy de llevar la contraria porque sí, porque lo dice el otro que me cae mal, que no lo soporto. Goya nos retrató bien.

      Eliminar
    11. El mismo Unamuno se reconoció envidioso. De ahí esta novela, esa gran capacidad de análisis del personaje de Joaquin. No olviden que toda la obra de Unamuno es autobiográfica o egográfica (como dicen algunos). La novela "Abel Sánchez" es la culminación de varios escritos y artículos sobre el tema de la envidia que el escritor vasco ya había publicado. Y Unamuno lo tenía muy claro: consideraba a la envidia "la íntima gangrena del alma española". Y añadía: "la envidia es la tragedia de nuestra burguesía intelectual".

      Esta novela supuso para Unamuno un desahogo personal, igual que "Amor y pedagogía" supuso otro desahogo, como vimos. Ya hemos dicho que la novela para don Miguel era un método de conocimiento. Hablaba en ellas de él mismo para poder hablar de otros. Lo dejó claro en una frase: "Hablo de mí porque es el hombre que tengo más a mano"

      Eliminar
    12. Siempre que pienso en esta palabra me viene a la mente Antonio Machado y “La tierra de Alvargonzález”, en concreto el verso: “no goza de lo que tiene/por ansia de lo que espera”. Me duele generalizar, pero creo que si. Pensando en las palabras de Unamuno, cuando declara que lo de “no hay canalla mayor que las personas honradas”, quizá en España pecamos de hacer demasiada ostentación, no solo de hablo de lo material: hay mucho “santo” (por supuesto de boquilla) y no concibo mejor alimento para la envidia que una persona empeñada en exhibir su gracia o su fortuna.

      Eliminar
    13. Pues la verdad, no lo sé. Me imagino que será universal, digo yo. Yo he topado con envidiosos,pero con gente muy noble también. No sabría decir... Yo creo que todos somos algo envidiosos, ¿no? Y es que a Joaquín se le casa la que le gusta, con su mejor amigo además, y el amigo, encima lo invita a la boda... Y el otro va, que tiene tela. Y nada, se casa despechado con lo primero que encuentra, a lo loco. Y el amigo tiene un niño, y él, pues una niña. Que en aquellos tiempos casi lo vería como otra derrota.... Bueno, que me voy por las ramas. La envidia yo creo que es universal,Sr. Barbusse.

      Eliminar
    14. Gerardo:

      Qué tino tenía también Machado, impresionante. Otro de los grandes. Y ese verso que citas, con ecos de Séneca, es tan imperecedero, tan propio del ser humano que se ha convertido en una constante a lo largo del tiempo.
      En cuanto a lo que dices, es verdad: cuando alguien hace ostentación de la virtud, malo, malo.

      Eliminar

Publicar un comentario