Lectura ilustrada Don Quijote, II, caps. 46-48

Ilustración de José Luis Pellicer para la ed. de Barcelona, Montaner y Simón, 1880-1883

Actividades

A) La imagen que se muestra arriba plasma el momento del inquietante encuentro entre don Quijote y doña Rodíguez, la dueña de la duquesa. Lee a continuación el siguiente texto que sirve de descripción a la ilustración y localiza quince palabras que se han deslizado en él por error, en lugar de otras que sí escribió Cervantes. Di cuáles son unas y otras.

«Púsose en pie sobre la cama, envuelto de arriba abajo en una colcha de terciopelo amarillo, una galocha en la cabeza, y el rostro y los bigotes vendados —el rostro, por los arañazos; los bigotes, porque no se le desmayasen y cayesen—, en el cual traje parecía la más extraordinaria aparición que se pudiera pensar.
Clavó los ojos en la puerta, y cuando esperaba ver entrar por ella a la rendida y lastimada Altisidora, vio entrar a una reverendísima dueña con unas tocas blancas almidonadas y luengas, tanto, que la cubrían y enmantaban desde los pies a la cabeza. Entre los dedos de la mano izquierda traía una media lamparilla encendida, y con la derecha se hacía sombra, porque no le diese la luz en los ojos, a quien cubrían unos muy grandes antojos. Venía pisando quedito y movía los pies muellemente.
Miróla don Quijote desde su atalaya, y cuando vio su adeliño y notó su silencio, pensó que alguna bruja o hechicera venía en aquel traje a hacer en él alguna mala fechuría y comenzó a santiguarse con mucha priesa. Fuese llegando la visión, y cuando llegó a la mitad del cuarto, alzó los ojos y vio la priesa con que se estaba haciendo cruces don Quijote; y si él quedó atónito en ver tal figura, ella quedó espantada en ver la suya, porque así como le vio tan alto y tan alargado, con la colcha y con las vendas que le desfiguraban, dio una gran voz, diciendo:
 —¡Jesús! ¿Qué es lo que veo?
Y con el sobresalto se le cayó la vela de las manos, y, viéndose a escuras, volvió las espaldas para irse y con el miedo tropezó en sus enaguas y dio consigo una gran caída. Don Quijote, temeroso, comenzó a decir:
—Conjúrote, espectro, o lo que eres, que me digas quién eres y que me digas qué es lo que de mí quieres. Si eres alma en pena, dímelo, que yo haré por ti todo cuanto mis fuerzas alcanzaren, porque soy católico practicante y amigo de hacer bien a todo el mundo, que para esto tomé la orden de la caballería andante que profeso, cuyo ejercicio aun hasta hacer bien a las ánimas de purgatorio se estiende.
La sufrida dueña, que oyó conjurarse, por su temor coligió el de don Quijote, y con voz afligida y baja le respondió:
—Señor don Quijote, si es que acaso vuestra merced es don Quijote, yo no soy fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuestra merced debe de haber pensado, sino doña Rodríguez, la dueña de honor de mi ama la duquesa, que con una necesidad de aquellas que vuestra merced suele remediar a vuestra merced vengo.»

B) Observa las ilustraciones que se muestran en este enlace (solo para participantes inscritos) y agrúpalas en función del capítulo al que hacen referencia. Localiza después en tu libro y cita un pie descriptivo para las ilustraciones nº 2, 5, 6, 12 y 17. Contesta: 1. ¿Cómo se llama el personaje que está de pie en la imagen nº 7, y de qué modo le sirve al flamante gobernador Panza? ¿Cuál es la razón para que no deje a Sancho comer perdices? ¿Y fruta? ¿Y olla podrida? 2. ¿Qué puede estar gritando don Quijote en la imagen nº 11? 3. ¿Quién es el personaje que aparece de espaldas en la imagen nº 4? 4. ¿Qué chascarrillo sobre la duquesa le está contando la dueña Rodríguez a don Quijote en la imagen nº 10? ¿Qué fortuito e insólito suceso va a ocurrir justo a continuación de esa escena?

Envía tus respuestas a elinfiernodebarbusse@gmail.com a lo largo de esta semana. Si por algún motivo no has podido leer durante esta semana, no hay problema por enviar varias actividades conjuntamente, siempre que esta excepción no se convierta en un hábito general.

Apunte gráfico (solo para curiosos) ver

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