Apología de la librería

Postal de una librería francesa

El viernes se celebró el día de las librerías. Para todo hay un día, ¿se han fijado?, 365 ocasiones dan para mucho, hasta para la estupidez más políticamente correcta. No es este el caso, porque no es estupidez, sino sensatez reservar una fecha para subrayar que aún existen librerías, esos espacios acotados por muros donde uno puede sentir la libertad de lo inabarcable, el abismo intelectual de saber que todo un mundo mágico y exuberante está al alcance de nuestra mano. 

Las librerías -me refiero al lugar físico, no al concepto- son establecimientos condenados a desaparecer. Será un proceso lento, lo sé, pero terminará imponiéndose. La aparición e impacto de los nuevos soportes electrónicos y hábitos lectores así lo determinan. Con ellas desaparecerá toda una manera de entender la vida con y respecto a los libros, con y respecto a su presencia próxima y palpable, tangible y sensitiva. Todo lo haremos desde una pantalla: la pantalla de un ordenador, de una tableta, de un movil o de un e-reader. La consulta, la adquisición, la descarga, la lectura. Todo será digital, binario, todo se reducirá a ceros y unos. 

No me opongo al progreso, aun cuando traiga -como en este caso- hábitos indudablemente más pobres y estéticamente más feos y vulgares. La sofisticación de un libro en papel -perdonen quienes tengan que perdonar- no la conseguirá el frío y aséptico plástico de una pantallita. No hay evolución para algo -el libro- que ha llegado a su tope de evolución, para algo que es perfecto en su concepto y en su materialización. 

Mientras que todo este proceso se consuma -yo no lo veré en su totalidad-, aprovecho para cantar los ratos inolvidables que he recorrido, solo o en compañía, los pasillos y rincones de tantas y tantas librerías, siempre al acecho, entre los miles de colores, tamaños y formas que se insinuaban ante mis ojos, de un libro -una voz- que me reclamara. 

Aprovechemos este placer mientras dure. Pasear, hojear, charlar, mirar, comprar o no comprar, imaginar, demorarse, resguardarse entre libros. Cuando las librerías no existan, habremos perdido algo que no sé muy bien lo que es, pero sí sé que no lo habremos sustituido por algo mejor, ni más enriquecedor, ni más satisfactorio. Llámenme soñador, si quieren. Como dice la canción de Lennon, "You may say I'm a dreamer, but not the only one."

Comentarios

  1. Cierto, sr. Barbusse, pocas cosas hay más placenteras que visitar, sin prisas, sin agobios ni esperas, una librería.....viendo, observando, tocando, disfrutando con todos los sentidos de lo que se nos ofrece.......y ya no le digo nada, si además de todo eso tiene uno el día de cara y se le ocurre comprar......si uno ya compra, el disfrute es total !

    La desaparición de las librerías es inversamente proporcional al aumento de las tiendas de chinos.....sin duda algo va mal.....muy mal

    Un saludo

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  2. Exuberante, sin hache intercalada. Por lo demás, tan bueno como siempre.
    Un saludo,
    Jorge Martín

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    1. Es que exuberante es una palabra tan exuberante que tiendo a escribirla exhuberante, que es como quedaría bonita. No era una errata, sino un vicio, casi un empeño. Gracias.

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  3. Nos quedan todavía muchos años de librerías, señor Barbusse, por suerte. Coincido en que es más que una simple tienda, es un lugar de encuentro con uno y con los demás, un verdadero palacio para quien nos gusta hojear y ojear novedades y ediciones interesantes.

    A los nuevos soportes y hábitos lectores supongo que hay que añadirle el tan lamentable pirateo de libros, lo que es el no va más: encima que se lee poco, se consigue descargar a coste cero.

    Un saludo.

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    1. El problema es doble, Esteban. Por una parte queremos y exigimos buenas ediciones (y en España tenemos editoriales excepcionales que ni las merecemos) y por otra se sangra esa actividad con el pirateo. Se está entrando en un terreno muy peligroso y preocupante: el de considerar que podemos tener algo a cambio de nada. Todo cuesta y de hecho es importante que todo cueste, que tenga un precio. Recibir a cambio de cero, no. Si seguimos esos pasos nosotros mismos nos cargaremos lo que tanto apreciamos, así de claro. Poco tardaremos en aplicar para este caso el refrán "Entre todos la mataron y ella sola se murió."

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    2. Es cierto lo que dices, pero por otra parte tambien es cierto que es imposible comprar todos los libros que quieres al precio que tienen, sin discutir si es eso lo que valen o no. A mi al menos me resulta imposible. Y si esto es asi que hago? ¿,Dejo de leer?...

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    3. Lo importante no es la cantidad sino la calidad de lo que se lea, ¿no te parece?

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    4. Claro, pero yo estaba hablando de calidad

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  4. Yo estoy exuberantemente de acuerdo con usted Sr. Barbusse.

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  5. Las librerías son el refugio de nosotros, los bibliófilos. Cuando visito una ciudad, lo primero que busco, aparte de sus lugares de interés, son sus librerías.
    Me da tanta felicidad pasearme por ellas, tocar levemente lomos dd libros, hojear, suspirar por esa edición que siempre quisiste tener....no sé qué será del futuro, pero espero que no me dejen huérfana de librerías.
    Llámeme ilusa, señor Barbusse, pero aún confío en que se mantengan como último reducto de nostálgicos como yo.

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    1. Es cierto que tardará en suceder. Si tienes hijos, a lo mejor tampoco lo verán, pero quizá los nietos sí.

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  6. Pues yo creo Barbusse que no la vamos a presenciar, la desaparición total. Y espero que tampoco la de la sala de cine, o la del recinto de conciertos. En cuanto a lo digital, miro para otro lado. Y por la parte que me toca, soy optimista. ¿Pero qué harán los lectores, encerrarse? Reivindico totalmente la librería como lugar de encuentro. Y el ser humano, al menos el de este siglo, todavía es un ser social, ¿no le parece? ¡Un saludo!

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    1. No, debatirán o charlarán por redes sociales y por videotertulias ;)

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  7. Yo soy de las que cree que poco a poco las librerías irán desapareciendo. Pero, como los cines, siempre quedará alguna para pasear por sus pasillos, hojear algún libro y acabar llevándonos algo inesperado a casa. Siempre que viajo entro en alguna librería, a ver cómo son allí, qué tienen, etc.
    Ahora, que la nostalgia no nos ciegue. Hay librerías y librerías. Algunas son amorosas, te acogen, te sorprenden. Pero otras son hostiles al lector: complicadas, desordenadas, puro almacén sin lugar donde sentarse a leer un poco ese libro que te puede interesar,... ¿O es que nadie más que yo ha oído eso de "esto no es una biblioteca"?
    Cuando lo que quieres es un libro concreto, especialmente si a) tiene ya cierta antigüedad, b) no está traducido al español, o c) no vives en una gran ciudad, Internet no tiene rival.
    Todas las librerías del mundo las tienes en un clic. El error radica, creo yo, en creer que sólo hay un vendedor de libros en línea. Hay muchos, y algunos son librerías tradicionales españolas que funcionan de fábula también en internet.

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  8. En mi ciudad ya han desaparecido varias. Quedan un par de ellas que me gustan, y siempre hay sorpresas...Cerca de casa tengo una pequeña, que espero que esté ahí muchos años. Y un dueño que al principio, como somos algunos gallegos, era un tanto desconfiado. Pero ya le llevo dando la lata hace diez años, y cada vez que le pido alguna cosa "fuera de lo normal", de los bestsellers, lo consigue para mí y para su librería. Y lo pone unos días en el escaparate. A veces no tiene nada que envidiar a las librerías grandes...Nunca un escaparate tan pequeño tuvo tanto que mostrar.

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