Una loba que aúlla herida de muerte


En España somos tan de aquella manera, tan así, tan despachaborregos, que una escritora de la talla de Gloria Fuertes, considerada fuera de nuestras fronteras una voz fundamental de la literatura española de posguerra, y a la que se le han dedicado y se le siguen dedicando tesis doctorales y trabajos de fin de carrera, aquí nos la despachamos rapidito (¿para qué indagar más?), le ponemos la sempiterna y socorrida etiqueta de escritora para niños (que en nuestro país es como decir gilipollas pero finamente) y hala, tan a gusto. Las cosas cada una en su sitio, bien aparcaditas, que si no dan que pensar. Y eso nunca: pensar no. ¡Hasta ahí podríamos llegar! 

Que sí, que escribió para niños, de acuerdo (qué difícil tarea, por cierto, escribir para niños). Pero no era ésta más que una —y no precisamente la más importante, ni la más buscada, ni la más significativa— de las múltiples facetas vitales de la autora madrileña. Un dato para el sonrojo es el lamentable titular con el que abrió el Telediario el día de su muerte, un 27 de noviembre de 1998: «Nos ha dejado la autora de Un globo, dos globos, tres globos». Toma ya. La Marca España. ¡Qué gran marca!

Lo que está claro es que una escritora tan personalísima como Gloria Fuertes, con su visión gozosamente dolorida de la existencia, con su cegadora autenticidad, con esa extraordinaria facilidad suya para extraer de lo cotidiano y de lo coloquial una emoción, un latido, simplemente vida, necesitaba —¡ya era hora!—, una digna reparación. 

Con Fuertes se ha hecho en nuestra España algo parecido a lo que se ha hecho con Cela: ha sido objeto del ninguneo, precisamente (esto no falla) por aquellos que menos méritos tienen para ningunear. Parece que eso de que alguien sea mediático y popular es incompatible con la excelencia literaria. Fue precisamente Camilo José Cela, un gran amigo y valedor de Gloria (¡qué mala noticia para los que tachan de misógino al Nobel gallego!), quien la definiría como «una de las más luminosas voces poéticas españolas». El autor de La colmena describió en varias ocasiones a la escritora como «una loba que aúlla herida de muerte», además de afirmar sobre su creación poética que «sus versos son desconsolados y atroces, saludables y humanos, mortales de necesidad y amargamente sobrios y juguetones como el diablillo de la guarida, al que esta mujer quiere peinar los cuernos».


Pues bien, todo esto viene a cuento de que en 2017 se cumplen cien años del nacimiento de la escritora, motivo por el que algunas editoriales han decidido hacerle un homenaje como se merece, poniendo en primera línea de fuego su legado literario, así como su vida, tan íntimamente mezclada con su obra. Es el caso de Blackie Books, que acaba de editar una auténtica joya titulada El libro de Gloria Fuertes: antología de poemas y vida, un volumen precioso con más de cuatrocientas páginas a color, trescientos poemas, fotografías, dibujos, anécdotas, recortes de prensa, etc. Un libro que transpira el inmenso cariño con el que ha sido hecho. ¡Enhorabuena!

Por otro lado, Nórdica edita Geografía humana y otros poemas, una antología de la autora con algunos de sus mejores poemas publicados entre 1950 y 2005. El libro cuenta con un sentido prólogo de Luis Antonio de Villena, un epílogo del poeta Pepe Hierro, que tanto la quiso, y unas elegantes ilustraciones de Noemí Villamuza.
 
Recordar que lo ovnis
-como ciertas amistades-
no vienen a lo nuestro
sino a lo suyo.  

Así escribía Gloria.

Y así:  

Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.

Muerte es que no nos miren los que amamos,
muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.


Larga vida a la loba herida. Larga vida a sus aullidos.

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