Lectura guiada de 'La señora Dalloway'

Comprando en una máquina expendedora, Londres, ca. 1923 


La señora Dalloway relata un día corriente en la vida de Clarissa Dalloway, una mujer casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de junio de 1923, con un paseo de Clarissa por el centro de Londres, gran escenario de la novela, y termina esa misma noche, cuando comienzan a retirarse de casa de los Dalloway los invitados a su fiesta. Aunque en el curso del día sucede un hecho trágico, el suicidio de un joven que vuelve de la guerra, lo notable de la historia no es ese episodio, ni los pequeños sucesos y recuerdos que la componen, sino que toda ella esté narrada desde la conciencia de los personajes y del análisis de todo lo que pasa por sus mentes antes de actuar. Solo tras la publicación de La señora Dalloway, los críticos comenzaron a elogiar la originalidad literaria de Virginia Woolf, su maestría técnica y su afán experimental, que introducía en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propias de la poesía.

Publicada en 1925 y considerada, por su relevancia y audacia experimental, como el contrapunto al Ulises de Joyce, se trata de una novela profundamente rupturista con el realismo literario de su tiempo, no solo por el empleo de técnicas narrativas innovadoras, como el flujo de conciencia, sello distintivo de la escritora inglesa, sino también por la originalidad de su estructura formal, la reducción del espacio temporal a un solo día y la fragmentación de situaciones y personajes.

La señora Dalloway es una novela que dice mucho -muchísimo- en muy pocas páginas. Y que nos revela siempre algo nuevo en cada relectura. Si nos atenemos a aquella definición de clásico dada por Italo Calvino (“un clásico es un libro que no termina nunca de decir lo que tiene que decir"), es evidente que estamos ante un claro, rotundo e intemporal clásico.


ACTIVIDADES

A) Contesta a las preguntas que se proponen en esta guía de lectura y envía tus respuestas elinfiernodebarbusse@gmail.com. Puedes descargarte aquí el mapa de Londres con el que has de trabajar en el Anexo, por si quieres verlo con mayor detalle y hacer la práctica directamente sobre la imagen. (Las descargas estarán activas hasta el 18 de noviembre) 

B) Comparte tu opinión, en la zona de comentarios, acerca de alguna o todas de las siguientes cuestiones de debate (usa la herramienta "responder" para comentar debajo de cada cuestión):

1. Algunos críticos han dicho que la novela es el retrato de toda una galería de zombies o muertos vivientes que pululan por las calles de Londres un día de junio de 1923. ¿Estás de acuerdo? ¿En qué sentido podría ser esto cierto? 
2. Woolf concibió a Clarissa y Septimus como las dos caras de una misma moneda. ¿Qué crees que tienen en común ambos personajes? ¿Cómo interpretas la reacción de Clarissa ante la muerte de Septimus?
3. A partir de lo privado, de lo particular, Woolf eleva en sus libro una crítica social, sutil pero intensa. ¿Encontramos esa crítica en esta novela? ¿Dónde? 
4. Opina sobre qué te ha parecido la novela y destaca algún pasaje, escena, frase que te haya gustado especialmente o que consideres relevante. 

La fecha tope tanto para la entrega de la guía como para la realización de comentarios es el sábado 18 de noviembre


MATERIALES DE APOYO

Se aportan a los participantes en esta lectura los siguientes estudios introductorios a la novela, los cuales, no siendo en absoluto necesarios para hacer las actividades, sí son recomendables como documentos de lectura y reflexión previa a la realización de las mismas: 

- Adriá Pérez Martí. Dalloway, una de las grandes novelas de Virginia Woolf (2016)

¡Participa y podrás ganar una selección de obras de la autora que se sortearán el día 19 de noviembre. Toda la información aquí!

Comentarios

  1. Algunos críticos han dicho que la novela es el retrato de toda una galería de zombies o muertos vivientes que pululan por las calles de Londres un día de junio de 1923. ¿Estás de acuerdo? ¿En qué sentido podría ser esto cierto?

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    1. Hola a todos:

      Me llama mucho la atención esta afirmación. La verdad es que pensándolo detenidamente me parece bastante acertada. Todos los personajes (Clarissa, Peter, Septimus, Rcihard, Kilman, Bruton, etc.) son personajes como sin alma, sin rumbo alguno en la vida, están como desangelados. Es como si recordaran la vida en lugar de vivirla, instalados constantemente en el pasado. Por supuesto no es Septimus el más perdido de todos.

      Saludos.

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    2. Yo creo que esa impresión es quizá porque vemos a los personajes desde dentro y de ahí el aparente desapego por su entorno, lejos de una trama que les de coherencia y un sentido. Virginia Woolf nos muestra su alma y especialmente sus contradicciones. En ese espacio frenético que es la mente, donde toda la información que aportan los sentidos: un olor, un ruido, una conversación ajena, el escaparate de una tienda, una joven pareja en un parque, todo se mezcla y provoca a su vez recuerdos, pensamientos, neurosis, en un flujo que parece no tener fin. Así que no veo muertos por ningún lado, al contrario, veo personas demasiado vivas, pero atrapadas, eso sí. Por sus pensamientos, repetitivos, neuróticos. Por una sociedad y época histórica concreta. Por su propia incapacidad para amar o ser amados, para olvidar, para ser lo que quieren ser (en el caso de que logren saberlo).

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    3. No me parecen zombies ya que la descripción sugiere una imagen real de cualquier día de esa época. Quizá, lo que puede hacer pensar esto es que la mayoría de los personajes que “pululan” simplemente están ahí ese día y en ese momento, son como un decorado que ayuda a comprender la puesta en escena.

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    4. Talvez se pueda ver así porque los personajes pocas veces hablan entre si por la calle. Van pensando y podemos ver sus pensamientos y los de los demás. Como si su presencia física no fuera necesaria y no interviniese en las vidas de los demás. De hecho, es como si nadie les viera, simplemente están ahí y vemos lo que ellos ven y nos cuentan.

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    5. Yo creo que esa impresión, la de ver muertos vivientes en la novela, se funda en el gran contraste que percibe el lector entre lo que ocurre en el interior de los personajes (una riqueza y una dinamicidad, un despliegue de sentimientos y de recuerdos) y lo que percibimos desde el exterior (una ausencia de manifestaciones afectivas, de diálogos, de expresión verbal de ideas y de pensamientos).

      Lo ha apuntado esto Helena, y Gerardo ha apuntado algo también interesante: el hecho de que en lugar de zombies, lo que ve son personas "demasiado vivas". Esto abre el debate sobre si una vida no compartida (en el sentido de no comunicarla, de no hacerla partícipe a los demás, de experimentarla en la intimidad más absoluta) puede llamarse vida o no. Y si lo es, si es la más adecuada o no.

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    6. Estoy con vosotros, no me parecen zombis en absoluto. Más te puedes encontrar hoy día por la calle, todos pendientes con la pantallita del móvil delante. :)

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    7. Hola a todos y todas,

      En principio les pido disculpas, porque leeré sus comentarios después y en ese sentido es probable que coincida en muchas cosas con ustedes.

      No tanto de zombies, pero sí de personas con vivencias tortuosas.
      Puedo entender que se califique de “zombies” a los personajes, por cuanto parecen vagar sin sentido por la ciudad, y en pos de un significado para sus vidas que parece escapárseles. Pero no creo que eso pudiera considerarse como “zombi”.
      Fijándome en Clarissa y en Septimus, encuentro una cierta ansiedad por llenar su vida de sentido, por dar significado a su existencia en un momento de sus vidas en el que parece que el sentido ya se escapó: en el caso de Clarissa, al perder a Peter; en el caso de Septimus, al perder a Evans. La forma de resolución de ambos es distinta: Clarissa intenta equiparar sus fiestas a la vida, diciéndose a sí misma (y creyéndose) que sus fiestas son “algo más”, algo más profundo (“la vida”, piensa en algún momento). Septimus, en cambio, no se redime ni en el amor de Rezia, por lo que termina en el suicidio.
      Se me ocurre ahora el tema de “los amores inexpresados”: Richard está resuelto a decirle a Clarissa que la ama, y le compra flores, pero al llegar a la casa, un pudor mal entendido, les vuelve mudos a los sentimientos. Otro tanto creo que pasa con Septimus: en algún momento se dice a sí mismo que lo que sentía por Evans era amor, pero no da ningún paso más allá, ni termina por expresarlo.

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    8. Podría serlo en el sentido de que cada uno de los personajes que aparecen en la novela realmente se mueve por la ciudad actuando y comportándose de la manera que se espera de ellos, esto es, adoptando un papel ante la sociedad que no tiene por qué coincidir, y de hecho no lo hace, con el pensamiento o los verdaderos deseos de cada uno de ellos. Entiendo que esto sería extensible, de una u otra manera, a cada uno de nosotros.

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    9. Esa dualidad de lo que se dice y de lo que se calla, que han apuntado algunos de ustedes, la existencia de una identidad dual, de un yo genuino y de un yo aparente (recuerden lo que hablábamos en el primer bloque de este monográfico) es algo que está presente en toda la narrativa de Virginia Woolf. Uno de sus temas clave es la búsqueda de la identidad personal y su dificultad para encontrarla y asumirla en un mundo tan fluctuante y contradictorio. Ese moverse en la dualidad, en la escisión de la personalidad, en lo exterior y en lo interior de sus personajes es lo que hace de ella una escritora absolutamente moderna. Es por eso (se lo decía en otro de estos comentarios) que Woolf es considerada una creadora del alma moderna.

      En el libro ¡Tierra, tierra!, de Sandor Márai, hay un pasaje que entronca muy bien con esta dualidad de la que Woolf hablaba:

      «No solo actuamos, hablamos, pensamos, soñamos; también preservamos nuestro silencio sobre algo. Toda la vida nos callamos sobre quiénes somos, algo que solo nosotros sabemos y sobre lo que no podemos hablar con nadie. Sin embargo sabemos que quienes somos y eso que no podemos decir constituyen la "verdad". Somos aquello de lo que guardamos silencio» (p. 83).

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    10. No estoy de acuerdo. Se puede pensar que sí, los personajes se mueven arrastrando un pasado lento y triste, descontentos con su presente, sin embargo se dirigen con valentía hacia otro día.
      Felícitas.

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    11. Estoy de acuerdo con la afirmación, no solo por lo que ya se ha dicho sobre la dualidad entre el yo verdadero y el yo aparente, sino también porque la Primera Guerra Mundial supuso un cambio tan enorme para la sociedad inglesa que se podría decir que en el momento en que transcurre la novela la sociedad del Imperio, a la que pertenecen muchos de los personajes, ha muerto. Es el caso de Lady Bruton, los Dalloway, los Whitbread, los Bradshaw y Peter Walsh. La Primera Guerra Mundial también les cambió la vida a Septimus Warren Smith y la señorita Kilman, aunque por otros motivos.

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    12. Hola a tod@s

      Estoy totalmente de acuerdo con vosotros. Yo no veo zombies o muertos vivientes. Como habéis apuntado ya, conocemos a los personajes a través de sus pensamientos, lo que nos hace ver una diferencia entre el yo interior, donde vemos un fluir de sentimientos y de recuerdos, y el yo exterior que percibimos, donde vemos una ausencia de manifestaciones afectivas, de comunicación, de saber expresar los pensamientos, de amar.
      No son zombies, yo creo que son personas incapaces de manifestarse al exterior y personas torturadas con su pasado al que acuden una y otra vez con la esperanza de comprender su presente

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  2. Woolf concibió a Clarissa y Septimus como las dos caras de una misma moneda. ¿Qué crees que tienen en común ambos personajes? ¿Cómo interpretas la reacción de Clarissa ante la muerte de Septimus?

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    1. Está claro que hay una conexión entre ambos personajes, aunque ellos ni se conozcan ni se lleguen a nombrar remotamente. Sin embargo, la noticia de la muerte de un muchacho que se ha suicidado, que Clarissa oye en su fiesta le afecta, aunque se por unos momentos. Yo diría que le revuelve todo su concepto de vida, quién es y si realmente se enfrenta a la vida con honestidad. Hay como un breve despertar, una lucidez momentánea que se disuelve entre los posteriores sonidos de la fiesta. Probablemente ella piensa por unos momentos que matarse sea una posibilidad para ella, aunque tampoco queda claro. Lo que sí es cierto es que por primera vez en la novela la vemos "vivir". De hecho luego hay por parte de ella una aceptación de la vida tal como es, sin esperar grandes acontecimientos. Es una reacción ambigua y sugerente al mismo tiempo.

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    2. La soledad es algo que comparten ambos personajes, pero de forma diferente. Septimus está solo en su depresión y en sus pensamientos. La soledad de Clarissa es una insatisfacción vital, con un marido aburrido e incapaz de expresar sus sentimientos. Pero mientras ella opta por una existencia cómoda e incluso frívola, Septimus sin embargo, acaba con su vida. No obstante ella, llega incluso a sentir la muerte de Septimus, inicia un momento de flujo de conciencia donde ve el suicido como un escape, una manera de preservar la propia integridad, todo ello sin olvidar como bien dice Alfredo de una manera ambigua y no clara.
      un saludo para todos.

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    3. Físicamente ambos son delgados, pálidos, con cara de pájaro. Septimus padece alucinaciones y arrastra el trauma de la guerra, en el que perdió a su amigo. Se ha vuelto insensible. También se alude a que Clarissa ha padecido algún tipo de enfermedad mental y es calificada por Peter Walsh como una mujer fría, casi un témpano. Ambos barajan el suicidio, aunque solo Septimus lo llega a ejecutar. Los dos son personajes muy sensibles, que viven la vida con intensidad y la aman. Por eso Septimus no deja que lo encierren y se suicida. La reacción de Clarissa es compleja y cambiante. Primero se siente molesta, irritada porque la muerte se cuele de esa manera en su fiesta. Pero luego siente alegría por Septimus, también envidia. Y una extraña conexión con él porque ha preferido morir antes de ser encerrado y perder lo que más ama, que es vivir la vida libremente. Por último, tanto Septimus como Clarissa son víctimas de la sociedad el momento: Clarissa reducida a “la mujer de”, confinada en su jaula de oro y Septimus una nota discordante en el discurso oficial que glorifica la guerra y la violencia, llamando heroísmo a lo que no es más que el holocausto de hombres jóvenes y todo por mantener imperios y defender naciones.

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    4. Pienso que la moneda podría ser que ambos personajes son un “alter ego” de las personalidades de V. Woolf,
      En una cara, el lado amable de la moneda, Clarissa, simbolizando la libertad, tanto dentro del matrimonio (en el matrimonio debe haber algo de libertad, algo de independencia entre las dos personas que viven día tras día en la misma casa; Richard se la concedía a ella, y ella a él también) como en la sexualidad, cuya ambigüedad siente Clarissa en sí misma (a veces, no podía resistirse a ceder ante el encanto de una mujer … ; esa cuestión del amor … eso de enamorarse de las mujeres … su antigua relación con Sally Seton ¿no había sido aquello, después de todo, amor?), aspectos ambos que Woolf practicó en su vida real
      En el otro lado de la moneda, el oscuro, estaría Septimus con su enfermedad mental, cuyos síntomas –alucinaciones auditivas y visuales– se asemejan de forma inquietante a los que presentaba Woolf en sus crisis.

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    5. Sobre este aspecto, Harold Bloom, crítico inteligente y perspicaz, pero habitualmente polémico, ha escrito que la novela de Woolf "surge de una equivocación: quien debería haber muerto, quien debería haberse suicidado, no es Septimus Smith, sino Clarissa Dalloway, de ahí que aquél sea el chivo expiatorio de ésta".

      No sé si ustedes están de acuerdo o no. En que lo verdaderamente inesperado, pero latente, hubiese sido que fuese Clarissa la que se hubiese quitado la vida.

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    6. Son muy interesantes los comentarios que están haciendo. Estoy con Alfredo, cuando dice que la reacción de Clarissa ante la muerte de ese joven excombatiente del que acaba de enterarse que se ha quitado la vida es ambigua y sugerente. Intencionadamente ambigua y sugerente, porque si algo tiene Woolf es que mide muy bien lo que quiere decir, dentro del margen de la nebulosa en que aparece envuelta la vida y lo que podemos conocer de ella.

      Hay una frase que Clarissa piensa en ese momento, frase que ya había salido antes (al principio de la novela) y que revela mucho, por aparecer justo en el momento de conocer la muerte de Septimus. Piensa Clarissa:

      "Una vez había arrojado un chelín al Serpentine, nada más que eso".

      Y añade:

      "Pero él se lo había jugado todo".

      Probablemente Clarissa recuerda ahora eso porque precisamente, en ese momento y aunque sea por un instante, admira a Septimus, por su libertad, por actuar por encima de todo y todos con su propia voluntad. Sin embargo, ella, el único acto libre que recuerda haber hecho en su vida es tirar una moneda al Serpentine.

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    7. Comenzaré por la pregunta final. Clarissa ve instalada la muerte en su fiesta, ante la noticia de un suicidio anónimo (que resulta ser Septimus, a quienes los lectores sí conocemos). En este aspecto, la muerte se instala en el centro mismo de la vida, pues Clarissa equipara en algún momento de la novela su fiesta con la vida. En el centro de la vida está la muerte, como parte de ella.
      Ambos personajes tienen una insatisfacción vital y un dolor profundo por algo que se les fue: el amor, el sentido de la vida,…

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    8. Lo que tendrían en común sería, precisamente, ser conscientes de su papel en la sociedad según lo mencionado en la cuestión anterior. Septimus se ha casado con una mujer a la que no quiere y no puede olvidar a Evans, muerto en la guerra. Clarissa ha ido perdiendo su identidad juvenil para convertirse en la dama que debe ser según su posición en la sociedad. La diferencia estaría en como reacciona cada uno de ellos ante este conocimiento: rechazo o aceptación.
      Clarissa se reconoce en aquel joven que se ha suicidado, y recuerda un momento de su juventud en el estuvo tentada de hacer lo mismo. Esto hubiera permitido que en su muerte conservara aquella persona que fue y que ha ido perdiendo por los años, pero al mismo tiempo su reacción es de conformidad, e incluso de felicidad, hacia la vida y el poder estar allí para seguir con ella.

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    9. Creo que tienen el común el hecho de que en algún momento de su vida Clarissa también estaba perdida y pensó en el suicidio. Septimus ha llegado al final, ella no fue capaz, durante todo el libro deja claro su deseo de vivir, valora lo que tiene y lo que la hace feliz. Su vida puede ser aburrida pero llena de vivencias.
      Para Clarissa Septimus es un valiente.
      Septimus vive unas circunstancias distintas, a parte del apoyo de su esposa que hace lo posible por que sea feliz y se distraiga no tiene nada ni a nadie, el inútil apoyo de los médicos no consigue que supere los traumáticos recuerdos de sus vivencias en la guerra.
      Cuando Clarissa conoce la noticia la fiesta se apaga, busca un lugar solitario para pensar, recomponerse, necesita recordarse que es lo que tiene que la hace aferrarse a la vida.

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    10. En la lógica de la bipolaridad hay transiciones de lo claro a lo oscuro, y eso es observable en un personaje que llama en particular la atención: Septimus Warren Smith, excombatiente del ejército inglés. La mente de este hombre no está sana, desvaría y mezcla la realidad con la locura, hasta el punto de vivir en una continua alucinación. En él radican las ideas suicidas de la escritora, quien, siempre interrogándose por el sentido de la vida, propone un personaje que se desplaza desde la más profunda felicidad hasta la más densa depresión. Si Clarissa Dalloway simboliza el lado dulce, agradable y cuerdo de la vida, Septimus es la encarnación del otro lado de la moneda.
      Las tendencias suicidas hacen pensar en la muerte como un escape al dolor de vivir en este mundo hostil. Clarissa, aunque al parecer es feliz, se siente tentada constantemente por la muerte. En algún momento llega a pensar que “si ahora muriera, sería extremadamente feliz”. El ser humano durante el transcurso de su vida se enfrenta al vacío y a la certeza de una muerte inminente; por ello debe adquirir conciencia de la finitud humana. Mientras camina por la calle, cavila de esta forma:

      “(…) se preguntó si acaso importaba que forzosamente tuviera que dejar de existir por entero; todo esto tendría que proseguir sin ella; se sintió molesta. ¿O quizá se transformaba en un consuelo el pensar que la muerte no terminaba nada, sino que, en cierta manera, en las calles de Londres, en el ir y venir de las cosas, ella sobrevivía, Peter sobrevivía, vivían el uno en el otro, y ella era parte, tenía la certeza, de los árboles de su casa, de la casa misma, a pesar de ser fea y destartalada; parte de la gente a la que no conocía, que formaba como una niebla entre la gente que mejor conocía, que la alzaban hasta dejarla posada en sus ramas, cual había visto que los árboles alzan la niebla, y que su vida y ella misma se extendían hasta muy lejos?”

      Con la muerte de Septimus Warren (personaje que Clarissa nunca llegó a conocer en persona), la señora Dalloway, en medio de su fiesta, está convencida de que la muerte necesariamente deja una huella. La vida y la muerte son asuntos bipolares que siempre mantendrán una tensión ineludible:

      “La muerte era desafío. La muerte era un intento de comunicar, y la gente sentía la imposibilidad de alcanzar el centro que místicamente se les hurtaba; la intimidad separaba; el entusiasmo se desvanecía; una estaba sola. Era como un abrazo, la muerte”

      La reacción de Clarissa, es que quiere seguir viva, gracias a Septimus le crea mas ganas de vivir y de seguir hacia adelante.

      Laureano Gil Sanchez

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    11. Me pregunto si sería posible que tanto Clarissa como Septimus padecieran un trastorno bipolar, que era la enfermedad que sufría la autora. Ambos personajes pasan de tener unas ganas enormes de vivir a tener pensamientos muy oscuros. Si bien es cierto que el caso de Septimus es mucho más evidente, en el personaje de Clarissa también se observa esa dualidad. Ya se ve precisamente al comienzo del libro, cuando dice "What a lark! What a plunge!": mientras que "lark" tiene una connotación positiva, "plunge" tiene una connotación negativa.

      Estoy de acuerdo con lo que se ha dicho de que Clarissa admira a Septimus por atreverse a suicidarse. Al mismo tiempo, parece que le aterroriza pensar que alguien haya ido voluntariamente al encuentro de la muerte, precisamente porque es algo con lo que ha fantaseado alguna vez.

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    12. Septimus y Clarissa están conectados, ambos tienen una increíble sensibilidad y son capaces de captar la extraordinaria belleza del mundo, pero a la vez, ambos se sienten solos y están atormentados, sin embargo, ambos aplican soluciones diametralmente opuestas. Clarissa apuesta por abrirse al exterior, al mundo, se centra en ser feliz por el mero hecho de vivir y en amar los pequeños detalles, mientras que Septimus está solo en la depresión, en sus embarrados pensamientos y su aislamiento y opta por un camino tortuoso y depresivo, y finalmente por el suicidio.
      En un flujo de conciencia la reacción de Clarissa ante la muerte de Septimus es cambiante. Por un lado creo que lo admira, piensa que es valiente, ella misma ha pensado alguna vez en el suicidio, Septimus lo ha llevado a cabo, pero ella no ha sido capaz; más adelante se siente feliz “Era extraño, increíble; nunca había sido tan feliz”. Creo que se siente feliz por haber conseguido seguir viviendo a través de las pequeñas cosas, por conseguir aferrarse a la vida, por “haberse perdido en el proceso de vivir para volver a encontrarlo de un sobresalto de placer cuando salía el sol, cuando caía el día”.

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  3. A partir de lo privado, de lo particular, Woolf eleva en sus libro una crítica social, sutil pero intensa. ¿Encontramos esa crítica en esta novela? ¿Dónde?

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    1. Sin duda alguna la hay y son varios los momentos en que se hace notar: el momento en que los doctores "atienden" a Septimus es uno de los más destacados, pero en toda la historia de este personaje hay una dura crítica al marginado social, al producto de la guerra al que conviene tapar y ocultar. En Bradshaw, Woolf descarga toda su crítica hacia la incomprensión e hipocresía de un sistema que es el que hemos vivido desde la revolución industrial y todavía más desde la Gran Guerra. La condena de la guerra y de la violencia, y al mismo tiempo la necesidad de que esta nos asegure la protección. El de Septimus no es un suicidio, sino un asesinato. Saludos.

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    2. La más evidente es la que encarna el doctor Bradshaw, contra él se dirige la crítica a varios niveles: al de su competencia como médico y a su ideología conservadora, que simboliza el complejo patriarcal y clasista que criticaba Woolf en sus ensayos. Se lanza el dardo al rígido clasismo británico, con una clase baja alienada que admira a sus líderes y asume su lugar en la escala social (el conocido “know your place”). Se ve por ejemplo en la escena del coche, cuando un rumor de que es alguien de la familia real o del gobierno levanta expectación y gestos sumisos en los transeúntes. La manera en la que los personajes reprimen sus emociones, el caso de Richard, que es incapaz de decir a su mujer que la quiere o la frialdad de Clarissa, es otra crítica a la sociedad del momento. O el mismo Septimus, que tiene que ser encerrado porque con su locura muestra las verdaderas consecuencias y secuelas de la guerra, lejos del heroísmo que proclama la ideología imperante.

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    3. La crítica es, verdaderamente, intensa y no me parece tan sutil.
      Woolf critica a la sociedad inglesa que representa Clarissa, su matrimonio y las relaciones que cultiva Clarissa, una sociedad rígida y encorsetada en la que las mujeres reciben una formación muy elitista alejada del mundo real (Clarissa descubre el mundo a través de Sally; “una joven educada como la habían educado a ella no sabía nada de nada”, dice Peter Walsh sobre ella), que con dificultad acepta que alguien se mezcle con personas de otra clase (la cruel reacción de Clarissa contra la esposa, antes la criada, de un conocido). Peter y Sally aportan a este mundo un soplo de libertad, especialmente Sally, aunque ella no pertenece a la clase social de Clarissa y, sobre todo, no quiere pertenecer pues es feliz donde está.
      A través de la señorita Kilman, en IX, se hace también una crítica feroz a la clase social que representa Clarissa: “los ricos con un barniz de cultura…; con todo este lujo, ¿Qué esperanza había de que mejorasen las cosas?...; esa mujer no hacía nada, no creía en nada…; su vida era un entramado de vanidad y engaño”.
      Y, en VII, continúa esa crítica en la persona de Hugh Whitbread, una persona que parece que lo único que ha hecho en su vida es estar “entre la flor y nata de la sociedad inglesa”.

      Con mucha ironía, incluso yo diría sarcasmo, habla de la admiración de la gente, tanto común como de la alta sociedad, por las personas consideradas importantes (miembros de la familia real, ministros): el suspenso que crea en la multitud el automóvil detenido en Bond Street; los hombres que en White “percibieron instintivamente que la grandeza pasaba en ese momento y la pálida luz de su presencia inmortal descendió sobre ellos”; la muchedumbre agolpada a las puertas del palacio de Buckingham que “permitía que… los nervios les atenazaran los muslos al pensar que un miembro de la realeza pudiera mirarlos; … al pensar en la maravillosa vida concedida por la divinidad a los reyes” (II). Y, en la fiesta, el sarcasmo me parece evidente: “pobre hombre, todo engalanado con cordones de oro [el primer ministro]… trató de parecer importante. Un espectáculo divertido. Nadie le miraba. Todos siguieron hablando aunque resultaba evidente que, en lo más íntimo de su ser, tenían plena conciencia de la majestad del que pasaba, símbolo de lo que todos ellos representaban: la sociedad inglesa”.

      Hay una acerba crítica a los médicos que tratan a Septimus, reflejo de ciertos profesionales cuyo fin no es tanto el cuidado de sus pacientes como su ascenso en la escala social (Bradshaw) a través del prestigio y el enriquecimiento.

      También, y esto si es más sutil, se observa una reprobación del papel que tienen adjudicado las mujeres en varios casos:
      “Lady Bexborough… una mujer interesada en la política como un hombre” (I)
      “Solo quedaba ser la señora Dalloway, ni siquiera Clarissa, solo la esposa de Richard Dalloway” (I)
      “Lady Bradshaw. Quince años antes había sucumbido. No se trataba de nada concreto; no hubo escenas ni rupturas, solo el hundimiento lento, como en una inundación, de su voluntad en la de su marido” (VI)
      “…esta [Lady Bruton] tenía fama de interesarse más por la política que por las personas, de hablar como un hombre” (VII)

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    4. Jesusa ha sacado un tema interesante: el tratamiento que Woolf da a las mujeres en la novela (en general, en todas sus novelas). Como ven, no se trata de ser complaciente, no hay maniqueísmo en absoluto. Las mujeres reciben un tratamiento múltiple y variado, crítico, la mayoría de las veces: pensemos en Lady Bruton, que es tratada como una mujer dura, insensible, prepotente. Incluso en la propia Clarissa prevalece una visión crítica, que percibimos a partir de los juicios y emociones que despierta en otros personajes (Peter, Kilman).

      Woolf intentaba reflejar la complejidad de la vida. Como ven, no hay blancos ni negros, no hay siquiera contornos bien definidos, claros, precisos. Impera la contradicción (incluso en un mismo personaje). No hay buenos ni malos, todos se tiñe de grises y de posibles puntos de vista. Como la vida misma.

      Como a los hombres, a las mujeres Woolf las presentaba con igual complejidad y análisis crítico. Así debía ser. En este sentido es plenamente feminista. Sin embargo, no transigió con la idea de que, por ser mujer, debía tratar de manera más indulgente a sus personajes femeninos. Muchas "feministas" ni lo entendieron ni (interiormente) se lo perdonaron.

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    5. Es cierto, el feminismo ha degenerado en algunos sectores, más interesados en llevar la contraria a todo lo masculino o a extremar el lenguaje de una manera ridícula para que todo suene a políticamente correcto. Todo eso, en lugar de aunar fuerzas para luchar contra la verdadera desigualdad de las mujeres. De defender los derechos de la mujer a entrometerse en las decisiones íntimas de cada uno va un mundo. Otra escritora que me recuerda a Woolf, en su postura inteligente hacia el feminismo es Rosa Chacel, a las que muchas feministas trataron coma a una extraterrestre cuando afirmaba que el defender los derechos y la dignidad de la mujer no implicaba denostar lo que habían creado tantos y tantos hombres maravillosos y que, por el hecho de que a las mujeres no se les hubiera permitido históricamente acceder a la cultura, no por eso habíamos de dejar de manifestar nuestra admiración por los grandes logros de hombres que sí tuvieron la oportunidad de hacerlo.

      Un saludo.

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    6. Sobre todo, en la lectura que se hace de esa clase alta en la que se mueven los personajes. Se nos presenta a personajes de un carácter netamente negativo, como Lady Bruton o Hugh Whitebread, que prácticamente se han convertido en parodias al adoptar todos los clichés de la alta sociedad inglesa de la época. Incluso los personajes más complejos no pueden evitar los prejuicios y fingimientos que realmente son parte constituyente de su ser.

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    7. Creo que encontramos mucha crítica social en varios aspectos:
      En el tema de la guerra, recordada por Septimus.
      En el tema de la “vida frívola”, recordada por la señorita Kilman.
      En las relaciones de pareja dentro del matrimonio, con Richard y Clarissa.
      En el amor entre personas del mismo sexo: Clarissa y Sally, Septimus y Evans, Elizabeth y la señorita Kilman.
      En la religiosidad o espiritualidad hipócrita: en el personaje de la señorita Evans.
      En la manipulación de los medios de comunicación como portavoces de las opiniones de las personas de clase social más alta: Lady Bruton.

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    8. A lo largo de todo el libro, cada uno de los personajes presenta una crítica:

      Clarissa representa a la mujer de su época que ha recibido una educación restrictiva, su vida gira alrededor de lo que dice y hace su marido Richard, le importa mucho como es reconocida en la sociedad en la que vive. Cada vez que piensa en lo que le hubiera gustado ser cambia su pensamiento y busca un motivo para sentirse feliz. Ni siquiera tiene la capacidad de rescatar a su hija de las ideas de la señorita Kilman, aún sabiendo que la puede perder.

      Richard hubiera preferido vivir en el campo, simplemente se ha dejado arrastrar por el camino que le llevaría a la política, tampoco tiene la capacidad de ser alguien más importante, se conforma con mantenerse en la posición tranquila que ocupa.

      Elizabeth aún no sabe lo que quiere, da pequeños pasos buscando su libertad. En ellos ve detalles que hacen que piense en lo que quiere hacer en la vida, desde luego no será religiosa, y rechaza las ideas y costumbres de su madre.

      Peter es un niño grande, totalmente inseguro, necesita aferrarse a un objeto para sentirse capaz, usa la excusa del desamor para no comprometerse con nada ni con nadie. Tiene la intención de cambiar pero se plantea como algo lejano.

      Septimus es una crítica a la guerra, a las consecuencias sobre las personas. Una crítica al sistema que después no tiene medios para ocuparse de ellos. Ni siquiera la sociedad lo comprende, no tiene otra salida, salvo el suicidio.

      Rezia es una muchacha sencilla que no consigue adaptarse a Londres, añora su país. Se ha casado con un hombre que no la hace feliz. Busca tener un hijo con la idea de que quizá haga que cambie su vida.

      La señorita Kilman es una crítica total a la religión, a las mentiras y manipulación de la religión.

      Lady Bruton, aunque critica la poca personalidad de Clarissa, no actúa de una manera diferente, igualmente ha buscado un motivo para llamar la atención, aunque no tenga ni pies ni cabeza.

      Los médicos son igualmente una severa y dura crítica al sistema, te manipulan, te convierten y te encierran.


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    9. Me gustaría resaltar la crítica que se hace del Imperio Británico. Los proyectos políticos de Lady Bruton, el conservadurismo rancio de Richard Dalloway, la forma en que reprimen sus emociones la mayoría de los personajes, los efectos devastadores de la guerra en Septimus, la situación en la India, la fascinación con la familia real y la clase gobernante, las mujeres florero esposas de los parlamentarios y las cartas al Times de Hugh Whitbread no son más que distintos aspectos de lo mismo.

      Otra cuestión que me gustaría destacar es la crítica que se hace de la forma de tratar las enfermedades mentales. Se trata de una época en que se recetaba reposo automáticamente para toda dolencia para la que no hubiera cura y no se había comprendido la importancia de la salud mental. Las personas que padecían enfermedades mentales eran víctimas del sistema, eran tratadas como si tuvieran un mal imaginario inventado por ellas.

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    10. Totalmente de acuerdo con vosotros. La crítica a la sociedad victoriana de la época es continua y nada sutil.

      Por una lado, la crítica a la sociedad rígida y encorsetada a través de personajes como Sally y Peter; Sally es de otra clase social y Peter, aunque sí pertenece a esa clase alta, tiene un concepto mucho más abierto de la vida, de hecho a lo largo de la obra se ve como sus “amigos” lo tienen por un tipo raro y por un fracasado. Ambos aportan a Clarissa otra imagen del mundo.

      A través de la señorita Kilman se hace una crítica a la alta clase social, a esa clase social llena de mujeres vacías, orgullosas, que no hacen nada. También se critica la religión y la reaccionaria mentalidad de la sociedad de la época. Clarissa joven estuvo enamorada de Sally, sin embargo, ahora, en la madurez de su vida social, le corroe las entrañas pensar que su hija Elizabeht esté enamorada de la señorita Kilman

      Septimus es una crítica a la guerra, a las consecuencias devastadoras que esta tiene sobre las personas.

      El doctor Bradshaw es una crítica a la sociedad que por un lado alienta a los soldados valientes a acudir a la guerra, pero que después los abandona a su suerte. Una crítica a las personas que no les importa nada ni nadie y que lo único que buscan en la vida es escalar y alcanzar una buena posición en la sociedad.

      También estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho Jesusa sobre la reprobación que se hace en toda la novela del papel que tienen adjudicado las mujeres en la sociedad.

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  4. Opina sobre qué te ha parecido la novela y destaca algún pasaje, escena, frase que te haya gustado especialmente o que consideres relevante.

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    1. Personalmente, aunque me costó entrar, luego he ido encajando las piezas de la novela, ha ido creciendo en interés y me ha parecido una lectura magnífica. Está claro que una obra literaria de este nivel exige, como ya comentábamos en la primera parte, un lector atento y activo. Queda demostrado desde luego. La parte que más me gusta es toda la que trata de Septimus y su mujer, me parece de una capacidad de análisis psicológica impresionante. Saludos.

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    2. Me han gustado muchas partes del libro, pero yo me quedo con toda esa primera sección en que el lector irrumpe de pronto en la mente de Clarissa y cómo Woolf exige al lector arremangarse y entrar a descifrar de qué nos habla, quién es uno y otro. He de confesar que hasta las tercera o cuarta sección no entendía bien las piezas de un puzle que luego han ido encajando correctamente y que conforme avanzaba en la lectura más me atraía. Ha sido al mismo tiempo difícil y fascinante.

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    3. Estoy totalmente de acuerdo con Malena, me ha costado, para que me voy a engañar, me ha costado y mucho la narrativa de Woolf, esa falta de capítulos, el constante flujo de conciencia con sus monólogos interiores de los personajes y la subjetividad de los puntos de vista, pero bueno, es ahora en la lectura guiada en donde estoy viendo la verdadera magnitud de la obra propuesta por Barbusse. Además cada vez que leo de nuevo algún pasaje, me pregunto como no me dí cuenta de que estaba ahí, que ya lo había leido.
      Es por otra parte impresionante el momento en el que en la fiesta se comenta el suicidio de Septimus y la reacción de Clarissa ante el hecho, aporto aquí un párrafo que me gusta especialmente: “La muerte era un desafío. La muerte era un intento de comunicarse para aquellos que sentían la imposibilidad de alcanzar el centro que los evadía; la proximidad separaba, la euforia se desvanecía y uno se quedaba solo. Había un abrazo en la muerte”

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    4. Ha sido mi primer libro de estilo flujo de conciencia. No ha sido de fácil lectura porque, en ocasiones, a medio párrafo, me daba cuenta de que el narrador había cambiado y tenía que volver atrás para poner los pensamientos en la persona correcta. Aun así, me ha gustado conocer a Virginia Woolf. Me ha sorprendido muy gratamente la facilidad con la que ha interconectado los pensamientos de todos los personajes del libro. Pasaba de uno a otro con una facilidad asombrosa. Y sus descripciones me han parecido maravillosas porque, sin tener que hacer ningún tipo de esfuerzo, aparecían en mi mente las escenas que estaban ocurriendo. La historia no me ha parecido muy trascendental (la de Clarissa), sí muy interesante para conocer la sociedad de esa época tan lejana a la que he vivido yo. Mi personaje favorito (aunque no haya aparecido demasiado) ha sido la señorita Kilman, ¡qué pena no haber conocido más su historia emocional! Y mi historia favorita ha sido la de Séptimus. Ha sido la más profunda y la que más me ha hecho reflexionar.
      María de los Remedios Gil Ortega.

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    5. Acabo de acabarlo. A mí no me ha costado tanto como a otros participantes, tal vez porque sí que conocía la obra de Woolf (había leido antes Al faro, que me pareció también magnífica).

      Es cierto que se hace difícil destacar algún pasaje determinante en la historia, por lo demás intencionadamente sencilla y banal. Lo importante aquí, yo creo está en esa introspección de los personajes, en su continuo vivir en el recuerdo y en la imparable dinámica de sus pensamientos y deseos.

      Me quedo personalmente con la historia de Septimus y Rezia, y técnicamente hablando con toda la escena de tránsito de personajes cuando por las calles de Londres circula un coche oficial y, un poco más adelante, la avioneta dibujando en el cielo el nombre de una marca comercial. Me parece un hallazgo, plenamente maravilloso.

      Comento más este fin de semana.

      Saludos a todos.

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    6. Me ha parecido una novela increíble. Nada fácil, esto lo dicen otros compañeros y estoy de acuerdo con ellos. Comencé a leerla como leo algunas novelas, a saber, la tele de fondo, los niños alrededor y tuve que hacer un reseteo y volver a empezar, aprovechando la soledad y el silencio de la madrugada y poco a poco, sin atracones. Es un libro tan intenso que hay que tomarlo a sorbos cortos y en pequeñas dosis. La guía de lectura me ha ayudado mucho también.

      Destaco el uso del tiempo, con el Big Ben marcando las horas y es que todo transcurre en apenas un día. Me ha gustado vivir con esa intensidad en la mente de sus personajes, ponerme en su piel. He conectado con la sensibilidad de Clarissa y la ansiedad de Septimus. Esta novela es algo más que literatura, se podría decir que es una experiencia psicológica y sensible. En realidad, todos vivimos así de intensamente, pero nos falta el sosiego necesario para reflexionar, repasar al final del día todo lo que hemos pensado, sentido y experimentado.

      Me ha gustado mucho la conversación entre Peter y Clarissa, lo que se dicen y lo que callan, pero piensan. Es terrible dos personas que se han querido, quizá se siguen queriendo y no ven la manera de romper la pared que les separa y quizá porque no hay forma de hacerlo: el paso del tiempo impide rectificar o ellos, su personalidad contrapuesta, pero a pesar de todo no dejan de atraerse. Terrible.

      El retrato del trauma de Septimus es sencillamente magistral. No soy experto, pero creo que en aquella época poca gente escribía sobre el tema. Y Woolf lo borda, en parte porque ella es Septimus, su sensibilidad, sus alucinaciones y su anhelo de morir para acabar con el sufrimiento.

      En fin, muy contento de haber conocido esta novela a través de la guía impecable y el esfuerzo de Jesús y el otoño Barbusse. Dudo que por mi cuenta le hubiera sacado el mismo partido y me hubiera dejado tanto poso, pero es que hay libros sobre los que no se puede pasar de puntillas, hay que vivirlos.

      Un saludo a todos los participantes. Iré leyendo vuestras aportaciones con interés.

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    7. La novela me ha resultado muy interesante y compleja. Los diversos puntos de vista sobre los personajes te hacen ver la complejidad de los seres humanos de los que habla, especialmente los protagonistas: Clarissa, Septimus, Peter, y también transmite muy bien la forma de ser de la alta sociedad inglesa en esa época. Los continuos saltos en el tiempo y en el espacio, así como entre narrador – incluso, en alguna ocasión, el narrador se entromete en el libro, como en II,36, tras decir Lucrezia:
      [―Deberían ver los jardines de Milán –dijo en voz alta-.
      Pero, ¿a quien?
      No había nadie. Sus palabras se apagaron.] – y personajes, te obligan a estar muy pendiente de todo lo que está ocurriendo y a volver hacia atrás para situarte una y otra vez. Incluso los personajes “menores” tienen un importante significado: Sally, lady Bruton, Hugh, el doctor Bradshaw…

      Lo que más me ha impactado es el personaje de Septimus y la descripción de los síntomas de su enfermedad, tan similares a los de V. Woolf, el aislamiento tan intenso que sufre, solo mitigado en parte por su esposa, y su final. Es como si V. Woolf nos contara, a través de Septimus, todo el sufrimiento y pesar que su enfermedad le causa y estuviera anticipando su final. Es realmente inquietante leerlo ahora, aunque en el momento en el que lo escribió supongo que ella no sabía que el suicidio sería también su forma de acabar ¿o quizá, en sus terribles crisis, lo intuía o deseaba de alguna forma?

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    8. La novela me parece fascinante. Apetece volver a leerla porque siempre se encuentran cosas nuevas. De hecho, es la vez que menos me ha costado hacer las actividades leyendo una y otra vez para encontrar las respuestas. Por citar algún pasaje, diré precisamente el de la actividad número 2, que está en la página 42. La manera de describir el paso a la edad madura, dejando atrás la juventud con su falta de expectativas ante lo nuevo. La juventud como " ese exquisito suspenso en el umbral del salón ". Me parece una joya.

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    9. A mi me parece una novela repleta de hallazgos, de afirmaciones sobre la vida realmente impresionantes. El autoanálisis, el proceso de autoconocimiento al que somete Woolf en esta novela a sus personajes es de un nivel extremo. Pongo aquí uno de los fragmentos que más me han gustado. Es de la última sección (La fiesta), onde se reúnen todos los personajes que han venido apareciendo antes:

      “Cuando se es joven, dijo Peter, uno se esfuerza en exceso por conocer a la gente. Pero en la vejez -cincuenta y dos años tenía él para ser exactos (Sally tenía cincuenta y cinco, los tenía su cuerpo, dijo ella, pero su corazón era como el de una joven de veinte)-, en la madurez, dijo Peter, uno podía observar y podía entender y no perdía la capacidad de sentir, dijo. Es verdad, dijo Sally. Cada año que pasaba ella sentía más profundamente, más apasionadamente. La capacidad de sentir aumentaba, dijo él, quizá por desgracia, aunque había que alegrarse de ello.”

      Estoy absolutamente de acuerdo con ello, además.

      Un saludo.

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    10. Y por supuesto, esta otra declaración de amor a la vida que hace Clarissa nada más empezar la historia:

      “¡Qué necios somos!, pensó mientras cruzaba Victoria Street. Solo Dios sabe por qué amamos tanto la vida, por qué la experimentamos así, inventándola, construyéndola a nuestro alrededor, destruyéndola, recreándola a cada instante, pero lo cierto es que hasta el ser más miserable, los desgraciados más desesperanzados sentados en los escalones de las puertas (destruidos por el alcohol) hacen lo mismo; nada podía lograr respecto a ellos ninguna decisión del Parlamento, de eso estaba segura, por esa precisa razón: porque amaban la vida.”

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    11. Entiendo que la mayoría diga que les ha sido difícil. Era un reto plantearles esta lectura. No puede ser fácil, de hecho, no debería ser fácil, porque para contemplar, para entrar, para acercarse a algo complejo, debemos prestar atención, estar atentos, concentrados. A veces, no se llega nunca a comprender algo. Tampoco eso no está mal. Comprender las cosas convierte la mente en perezosa.

      La respuesta a una obra artística de esta altura lógicamente debe ser la atención, el trabajo. No estamos ante un libro de entretenimiento, sin más. Woolf apuesta, como Unamuno, por la novela como método de conocimiento, como radiografía del ser humano, casi como operación quirúrgica.

      La señora Dalloway es una novela que empiezas a entrar en ella a partir de la segunda lectura. No sean como aquellos a los que Hamlet recriminaba ser unos incautos por decir que podían aprender a tocar una flauta simplemente colocando los dedos sobre los agujeros.

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    12. La novela me ha encantado, toda una experiencia. Increíble la manera de la señora Woolf de sacar a la luz las sutilezas de cada uno de los personajes, convirtiéndolos en verdaderos. Como lector habitual de literatura de género, pensé que podría llegar a ser tediosa la secuencia de escenas sin un hilo argumental, pero no ha sido así y son los propios personajes quienes soportan todo el peso sin inmutarse.
      En lo personal, destaco sobre todo los párrafos en los cuales seguimos el hilo de pensamiento de Septimus, llenos de belleza y profundidad y en los cuales se da una lectura del desorden mental de inauditos sensibilidad y respeto.

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    13. Me gusta mucho la novela.
      Los momentos que más me gustan son aquellos en los que los personajes están como en silencio, dejan por un momento de pensar y están como expectantes a algo, como presintiendo que va a pasar algo, pero ese algo no termina de pasar y la vida sigue fluyendo. En ese momento en que Clarissa va a cruzar el umbral de la puerta y de repente se queda quieta y pensativa, como que toma conciencia de ella misma más allá de sus pensamientos o el instante antes de que Septimus se arroje desde la ventana.

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    14. Al hilo de estos últimos comentarios, decirles que el armazón de la novela, al no descansar en un argumento o trama y al no estructurarse en capítulos, se monta sobre dos elementos: la reiteración de temas o frases (leitmotivs) asociados a cada personaje, y el contrapunto, es decir en la medida alternancia de voces. Si no fuese así, si la novela no estuviese montada sobre alguna estructura que le diese coherencia, sería un galimatías sin sentido.

      Y el tercer elemento que la sostiene es, claro, la enorme calidad de la escritura de Woolf, su capacidad para ahondar en la verdad de cada personaje, y hacerlo de la manera más artística posible, mediante una prosa poética que alcanza profundidades poco vistas hasta entonces. Es decir, el granito y el arcoíris del que ella hablaba (y que vimos en el bloque I).

      No hay novela, por muy vanguardista que que sea (si es que realmente es una novela), que no descanse sobre algún pilar constructivo que la dote de coherencia y sentido.

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    15. Y luego, además, está la capacidad de Virginia Woolf para hablar con símbolos. En este novela aparecen bastantes. Sobre algunos de ellos se ha preguntado en la guía de lectura: los relojes, la navaja de Peter, la anciana en la ventana...

      Y ustedes han aventurado sus interpretaciones, muy interesantes y coherentes, por cierto. La navaja, por ejemplo, es un símbolo brillantemente elegido por Woolf. A mi modo de ver, resume la esencialidad del personaje.

      La anciana, sin embargo, tiene mayor ambivalencia, podría interpretarse de modos distintos, igualmente sugerentes.

      Pero no me quiero extender más, ya estamos comentándolo con mayor extensión en las actividades.

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    16. Me ha gustado mucho, está en el bloque de libros para volver a leer en verano.
      Al principio no entendía nada, tantas comas, tantos puntos, no he leído antes nada parecido, o por lo menos que yo recuerde.
      Varias veces he tenido que volverme y empezar de nuevo. Pero una vez pasado el período de adaptación todo ha ido como la seda.
      Realmente es magistral la forma de contar las vivencias de un solo día con tantos personajes, como une unos con otros, no me he perdido en ningún momento.
      Me he sentido como un espectador volando por Londres viendo como actuaban, como se movían los personajes.
      Ha conseguido que me sienta triste e impotente por el final de Septimus, por Rezia. Ha hecho que comprenda el papel de aceptación de Clarissa. La valentía que hay en la juventud de Elizabeth. Las intenciones de manipulación de la Señorita Kilman, a su vez manipulada por otros. Las inseguridades de Peter y Richard.
      Hay muchos fragmentos que podría escribir, pero me voy a limitar a una frase de Septimus
      “LA BELLEZA ESTA EN TODAS PARTES”

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    17. Me uno a aquellos compañeros que dicen que les ha costado acercarse al mundo woolf. Para mí ha sido difícil, como también ha comentado alguien, a veces tenía que releer algún pasaje para situarme de nuevo y entender bien que quería decir, pero también reconozco que he disfrutado y que he aprendido mucho, ha sido una mezcla de sufrimiento y disfrute. También tengo que decir que la lectura guiada me ha ayudado mucho a poner las cosas en su sitio. No cabe duda que La señora Dalloway está en mi lista de libros para volver a leer en unos meses.

      Yo no había leído antes nada de Virginia Woolf, ni nada sobre el flujo de consciencia y me ha encantado, ha sido todo un reto. La obra es toda una maravilla, el que sólo transcurra en un día, el fluir del tiempo a través de las campanadas del Big ben, la transición entre los personajes, la ausencia de una historia con principio y fin, tan solo un fluir de pensamientos, de recuerdos que nos ayudan a ir conociendo a los distintos personajes, tan solo por el mero hecho de conocerlos, sin un fin predeterminado. La lectura ha sido toda una aventura.

      Es difícil destacar un personaje o un pasaje, pero creo que lo que más me ha gustado es Septimus y su sufrimiento, por la belleza con la que está contada, y por asociación Clarissa, por su capacidad de salir adelante en la vida, “por “haberse perdido en el proceso de vivir para volver a encontrarlo de un sobresalto de placer cuando salía el sol, cuando caía el día”

      Un placer haber participado en esta aventura del flujo de conciencia con Virginia Woolf y todos ustedes.

      Un saludo

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  5. A mí me ha encantado. Reconozco la dificultad que tiene, pero bueno, tampoco es exagerada. Fundamentalmente lo que cuesta es orientarte al principio con los personajes y con sus circunstancia, pero una vez que te sitúas, discurre sin complicaciones. Otra cosa son los entresijos de lo que nos cuenta. Y estoy de acuerdo en lo que dices, que es una novela que requiere varias lecturas para exprimirla al máximo. Lo que puede decir que más me ha gustado es las contradicciones con que nos presenta a los personajes, en esto es como la vida misma. Y creo que refleja muy bien la manera en cómo los seres humanos nos comportamos, cómo en nuestro interior pensamos una cosa y la contrario, o nos debatimos entre la razón y el sentimiento. Hay una frase que me parece magnífica hacia el final que dice: Lo único que valía la pena decir era lo que uno sentía". Realmente la novela es un alegato a favor de esta apuesta. Si todos en realidad actuáramos así cambiarían muchos malentendidos, muchos embolados en los que nos metemos o nos meten, precisamente por disimular lo que sentimos, por dejarnos llevar, yendo en contra de nuestro más íntimo parecer.

    Quiero agradecerte, Jesús, el que me hayas hecho conocer una obra tan maravillosa.

    Saludos a todos.

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    1. No olvides, Carmen, al hilo de lo que comentas, lo que se ha dicho de Woolf (y no es muy desacertado): que es, junto con Kafka y Joyce, una de las creadoras del alma moderna.

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  6. Aunque son muchos ya los que me han hecho llegar sus actividades de lectura terminadas, me estoy barruntando que ustedes me van a dejar todo el fin de semana corrigiendo ejercicios, lo veo, lo presiento....

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    1. jajajja, pues no andas desencaminado en mi caso, rematando estoy la guía.

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  7. Me parece fascinante la forma en que te mete en el flujo de pensamientos de cada personaje, deja al descubierto cosas en las que pocas veces reparamos, aun cuando lo hacemos todo el tiempo: los pensamientos triviales conviven con otros de mayor trascendencia, los recuerdos coexisten en el presenten e influyen sobre el futuro, básicamente estoy pensando en Clarissa Dalloway y la valoración que hace de su pasado y presente. Me ha gustado mucho y necesito releerlo para sacar más provecho y detalles. Aunque me ha resultado dificil, todo el libro me ha gustado, pero especialmente la historia de Septimus.

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    1. Lo que más me ha gustado es la forma en que está construida la novela, la manera en que se pasa de los pensamientos de un personaje a los de otro sin esfuerzo aparente. Digo aparente porque supongo que el proceso de escritura no debió de ser nada fácil.
      Estoy de acuerdo con quien dice que este tipo de novela refleja mucho mejor la realidad que las que dependen casi enteramente de la trama. Los seres humanos pasamos gran parte de la vida distraídos con nuestros pensamientos. Todo esto me recuerda a las prácticas de meditación, cuyo fin es precisamente ser más consciente de nuestras distracciones y de las historias que nos contamos a nosotros mismos (y que nos acabamos creyendo) y pasar menos tiempo pensando en el pasado o en el futuro.

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  8. La novela me ha parecido magnífica. Ya la había leído anteriormente y me gustó pero ahora me ha fascinado. Es de esas novelas que en sucesivas lecturas te va descubriendo aspectos, sensaciones que no habías sabido apreciar. Un deleite de lectura.
    Me quedo con esta escena:
    "La palabra "tiempo" rompió la cáscara y derramó sus riquezas sobre él; y de los labios de Septimus cayeron como conchas, como virutas soltadas por un cepillo de carpintero, sin que él las creara, palabras duras, blancas, imperecederas, que volaron para posarse cada una en su lugar en una oda al tiempo; una oda inmortal al tiempo. Septimus cantó. Evans le contestó desde detrás de un árbol. Los muertos estaban en Tesalia, cantaba Evans, entre las orquídeas".

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