Verdades provisionales
Un joven Barbusse, de espaldas, en la época en que escribió Verdades provisionales |
Llama la atención que sea Verdades provisionales la obra de Barbusse que hoy la crítica seria considere como "la más lograda de su producción", pues no es otra cosa que un compendio juvenil de aforismos y juegos filológicos existencialistas que el autor compuso en tan solo quince días, durante una estancia estival en el balneario de Pyrmont, en la Baja Sajonia.
El libro, que destaca por su lenguaje cimbreante y enérgico (que aún hoy puede resultar chocante a algunos lectores gazmoños), gana enteros cuando aborda los temas que se convertirán en los leitmotivs de toda su obra posterior, a saber: la identidad prevalente en un mundo incomprensible, el borreguismo consentido, y la salvaguarda de la verdadera cultura escrita ante la barbarie de la intelectualidad pseudoilustrada.
En el prólogo de la primera edición de la obra, publicada en Hannover, sin fecha, Barbusse planta cara a aquellos de sus contemporáneos que "pretenden expresar, mediante un lenguaje alambicado, plano y acomodaticio, las nuevas complejidades de la condición humana, cuando en realidad éstas exigen una mayor precisión y emoción estilísticas". En dicho prólogo, el autor justifica el título de su obra, establece asimismo las bases de su poética y se sitúa personalmente en relación al mundo. Podemos hacernos una idea del tono de su prosa de entonces, y de su carácter misantrópico y filantrópico al mismo tiempo, con este fragmento que les extracto:
Entre decir que la vida es una maravilla y decir que la vida es una mierda hay un abismo, mil tonalidades diferentes, una paleta amplísima de colores. No hay una verdad a secas; tampoco una mentira. De lo que resulta que la mayoría de las verdades son verdades provisionales. Verdades que sirven como salvavidas en una noche de mar tempestuoso o en la conmovedora quietud de una mañana sin nubes, da igual, en cualquier caso son verdades comodín, sin afán perdurable ni validez universal.
Nada es permanente, ni siquiera las innumerables posibilidades de autoengaño. Todo es provisional, pasajero. Decir que la vida es una maravilla no deja de ser una provisionalidad. Lo mismo que decir que la vida es una mierda. Resultan aseveraciones inconsistentes -aunque válidas-, por cuanto existe algo que denominamos temporalidad y, por encima de ello, algo que llamamos transformación.
Todo cambia (esa sería una de las pocas verdades verdaderas, absolutas, siempre hay excepciones para la regla). Y la naturaleza es cambio. Pero los hombres, que no se creen animales racionales sino los reyes del mambo (de ahí su cataclismo), resulta que esto lo llevan muy mal, ilusionados como están, desde niños, con que es posible retener la vida, el amor o el tiempo. (Qué ridículos y vanidosos son. Es para morirse de la risa). Más vale salir pronto de ese pueril ensueño y reparar en que, si todo cambia y nada se retiene ni se detiene, la verdad es, entonces, únicamente valedera para lo que dura cada estado que vamos recorriendo. Por eso yo prefiero buscar equilibrios, afirmaciones menos taxativas y más calificadas, que sirvan igualmente tanto para una existencia miserable como exultante. Prefiero, por ejemplo, decir que la vida es una mierda maravillosa. O que la vida es una maravilla de mierda (mucho más elegante). [..]
Verdades provisonales es un libro tan actual como cuando se publicó. A veces, los libros más apresuradamente escritos resultan los más inconscientemente madurados. Ahora la editorial Mayúscula está interesada en hacer una edición ilustrada de este libro, que supuso una nueva manera de introspección expresiva y que, sin duda, como decía su autor en la dedicatoria del libro, "conectará con aquellos lectores desencantados que no recuerdan ya cuándo estuvieron encantados".
Alexander H. Maliksen,
amigo y estudioso de la obra de monsieur Barbusse
Puto crack.
ResponderEliminarjajajaaj
EliminarUn texto denso y con mucha mas miga de los que el juego que a usted le gusta parece dar a entender.
ResponderEliminarLa identidad prevalente en un mundo incomprensible y el borreguismo consentido etc.
ResponderEliminarJajaja. Genial, sencillamente.
Coincido en la contundencia, exactitud y elegancia de la expresión "la vida es una maravilla de mierda".
ResponderEliminarMe ha parecido un texto realmente brillante. (lo he leido varias veces).
ResponderEliminarMe quedo con: "Nada es permanente, ni siquiera las innumerables posibilidades de autoengaño."
Mientra esa editorial edita el libro, a ver si alguna vez se decide a publicar en papel un compendio de sus maravillosas reflexiones.