Teatro, de Henrik Ibsen
(Clásicos para regalar esta Navidad, 4)

Esta edición confirma que no hay nada más moderno que un clásico

Confieso que he estado tentado de dejar esta entrada únicamente con la imagen que ustedes ven arriba. Que hubiese sido la cubierta de la maravillosa edición de Nórdica, con el retrato de Ibsen mirándonos fijamente, de sobra elocuente, la que hablara por sí misma. Porque venir a estas alturas a calentarles el oído con obviedades, hablándoles de la importancia de Ibsen en la historia de la literatura, de que es un gigante del teatro, de que es imposible entender la dramaturgia contemporánea sin su magisterio, y bla bla bla y más bla bla bla..., me da un poco de dentera (y de pereza), la verdad.

Por tanto, sólo les diré esto: que si ustedes no han leído a Ibsen, ya están tardando. Y que, tanto si lo han hecho como si no, ahora tienen la oportunidad de leerlo (y gozarlo) en las mejores condiciones posibles gracias a este monumental volumen que reúne las ocho obras teatrales escritas por el dramaturgo desde 1887 a 1890. Estamos hablando de un ramillete de piezas maestras, como Los pilares de la sociedad (1877), Casa de muñecas (1879), Espectros (1881), Un enemigo del pueblo (1882), El pato silvestre (1884), La Casa Rosmer (1886), La dama del mar (1888) y Hedda Gabler (1890).

Hay muchas y justificadas razones para aplaudir esta edición. Al margen del espléndido trabajo de la editorial Nórdica, que nos ofrece un libro voluminoso pero muy legible y manejable, está la excepcional traducción que ha hecho Cristina Gómez-Baggethun (con la revisión de un grupo de destacados especialistas), cuyas bondades son varias. En primer lugar, es, a excepción de las cuatro traducciones de Alianza, la primera vez que se ofrece en España a Ibsen traducido directamente del noruego, sin pasar por otras lenguas. Su versión, además, respeta y refleja el modo de hablar único y singular con que el autor dotaba a sus personajes, pues cada uno de ellos tiene sus propios giros, vocabulario y expresiones con las que el noruego va trazando detalladamente su carácter, su gusto y hasta sus orígenes sociales. Otro de sus logros es su fidelidad al original, pues se ha preservado algo que raramente aparecía en traducciones anteriores, que es el frecuente uso de tacos y maldiciones por parte de algunos de los personajes, y que contribuye también a perfilar su carácter. Es decir, estamos ante el Ibsen más fiable, más riguroso y más recomendable que se haya podido encontrar nunca en librerías españolas.

Representación de Casa de muñecas, dirigida por Amelia Ochandiano, 2011

Ibsen trató en sus obras de la hipocresía y de la mentira, de la familia, de la mujer, de los sueños y de las resignaciones, de las múltiples realidades que pueden existir (tantas como personas) y de las consecuencias que éstas pueden traer cuando, al oponerse a otras, entran en conflicto.

Ibsen está siempre vigente porque ya sabemos que la evolución moral del ser humano ha sido nula a lo largo de los siglos. La interpretación de sus obras, como ocurre siempre con los grandes autores, no está cerrada ni es concluyente, no parece agotarse, siempre suscita nuevas lecturas, nuevas posturas. La prueba es que ha sido y sigue siendo uno de los autores contemporáneos más representados sobre los escenarios. "Parece", concluye acertadamente Cristina Gómez-Baggethun en la interesante introducción a este volumen, "que lo único que está claro con Ibsen es que nada está excesivamente claro, o al menos que lo que unos ven en sus textos es distinto, y con frecuencia contrario, a lo que ven otros. Y en eso consiste probablemente el secreto de Ibsen, en el hecho de que sus obras no contienen mensajes ni tesis, en que no dan lecciones, sino más bien cuestionan, problematizan, inquietan, hurgan y rebuscan. Ibsen jamás se sometió a una ideología, a consideraciones éticas o morales, ni siquiera a modelos estéticos. Y lo paradójico es que quizá en el preciso momento en que el arte se muestra más libre, menos sumiso y considerado, es cuando se torna más profundamente político".

Este volumen que aparece ahora se completará con otro que se publicará el próximo año y que incluirá las cuatro últimas obras de Ibsen: Solness, el constructor (1892), El niño Eyolf (1894), John Gabriel Borkman (1896) y Cuando despertamos a los muertos (1899). 

La voz de los personajes de Ibsen sigue sonando actual a los hombres y mujeres del siglo XXI. Les sigue interrogando. Les sigue incomodando. Hay mucha verdad en eso de que nada hay más moderno que un clásico.

Comentarios