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Pabellón de Flaubert en su finca de Croisset |
«El
26 de diciembre de 1858, Flaubert le escribe a Mlle. Leroyer de
Chantepie: "Un livre n'a jamais été pour moi qu'une maniere de vivre
dans un milieu quelconque. Voilà ce qui explique mes hésitations, mes
angoisses et ma lenteur"
[
Un libro ha sido siempre para mí una manera de vivir en un medio dado. Esto explica mis dudas, mis miedos y mi lentitud]. La frase resume maravillosamente el método
flaubertiano: esa lenta, escrupulosa, sistemática, obsesiva, terca,
documentada, fría y ardiente construcción de una historia. Igual que su
poética, Gustave descubrió (inventó) su sistema de trabajo mientras
escribía
Madame Bovary; aunque sus textos anteriores le habían exigido esfuerzo y disciplina —sobre todo la primera
Tentation—,
sólo a partir de esta novela quedaría perfectamente definida esa suma
de rutinas, manías, preocupaciones y ocupaciones que le permitían el
máximo rendimiento.
Una manera de vivir en un medio dado: esa
profunda compenetración con un "medio", para recrearlo verbalmente, es
algo que Flaubert consigue mediante la entrega absoluta de su energía y
de su tiempo, de su voluntad y de su inteligencia, a la tarea creativa.
Unos meses después de la carta citada, usa la misma fórmula para
explicar su trabajo a Mme. Jules Sandeau: "Un livre a toujours été pour
moi une maniere spéciale de vivre, un moyen de me mettre dans un certain
milieu" [
Un libro siempre ha sido para mí una forma especial de vivir, una manera de situarme en un determinado entorno] (Carta del 7 de agosto de 1859).
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Louis Bouilhet |
Se
levanta a eso del mediodía y, luego de desayunar con su madre, o solo
con su perro, y de leer la correspondencia (las cartas de Louise
llegaban a diario), dedica una hora a dar clases de gramática, historia y
geografía a su sobrina Caroline, cuya educación se había empeñado en
vigilar personalmente. A las dos de la tarde se encierra en las
habitaciones contiguas que son su dormitorio y su escritorio; éste tiene
una terraza desde la cual se divisa el (en ese entonces) bello y
tranquilo paisaje: las aguas del Sena, la tierra fértil, las suaves
colinas con álamos. Permanece en el escritorio, donde, frente a la
ventana, se halla su gran mesa redonda y una banca de roble. Cubre la
mesa un tul verde, para impedir que los criados Julie y Narcisse ordenen
el riguroso desorden de fichas, cuadernos y papeles que lo atestan. Un
mazo de plumas de oca irrumpe de un recipiente, junto al tintero, que es
una rana de cristal. Hay estantes con libros, un diván cubierto por la
piel de un oso blanco, y aquí y allá, muchos de los objetos que trajo
del Oriente: un narguilé, muchas pipas, un cocodrilo embalsamado. En
invierno mantiene encendida la chimenea y en verano trabaja con las
ventanas abiertas, vestido casi siempre con una bata de seda blanca que
le llega hasta los pies. Escribe hasta las siete u ocho de la noche,
hora en que sale a cenar con su madre y luego hace un rato de sobremesa
con ella. Regresa al escritorio, donde sigue absorbido en la novela
hasta las dos o tres de la madrugada. A esa hora todavía tiene ánimos
para escribir a Louise cartas extensas, en las que, algunas veces, se
muestra exultante porque ha trabajado bien, y otras, la mayoría, loco de
furor por haber pasado horas tratando de mejorar una sola frase.
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Fachada de la casa de Flaubert en Croisset |
Hasta
octubre de 1853, este horario rígido cambiaba ligeramente los fines de
semana, que Louis Bouilhet venía a pasar con él a Croisset. Los amigos
permanecían encerrados todo el domingo en el escritorio, leyéndose y
criticándose mutuamente —de manera implacable— el trabajo de la semana.
Gustave tenía confianza total en la opinión de Bouilhet y solía acatar
los consejos de éste, quien, a lo largo de la redacción de
Madame
Bovary, fue una segunda conciencia crítica para Flaubert. Pero Gustave y
Louis dedican también muchos domingos a comentar con detalle —y a
corregirlos, rehaciendo estrofas enteras— los poemas que les envía
Louise Colet. Esa venida de Bouilhet, a quien Flaubert quiso siempre
entrañablemente, era una de las pocas distracciones de su vida monacal,
un asueto que esperaba con avidez durante la solitaria y extenuante
semana. Cuando Bouilhet partió a París, en octubre de 1853, el domingo
se convirtió en un día idéntico a los otros.
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Gabinete del escritor |
Suele
fumar muchas pipas al día, a veces hasta quince. Se ha comprobado que
la luz de sus ventanas, eternamente encendidas, servía de faro a los
pescadores de cangrejos de la región. Visita poco Rouen, salvo por
cuestiones de trabajo. Así, va al Hôtel-Dieu, para que su hermano
Achille lo asesore sobre la patología del pie deforme cuando está
relatando la operación de Hippolyte, y hace otro viaje especial para
documentarse en el hospital y en la biblioteca sobre envenenamientos con
arsénico antes de narrar el suicidio de Emma.»
(Fragmento de La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary, por Mario Vargas Llosa)
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ACTIVIDAD 2:
A) Indica qué relación guarda cada una de las siguientes entradas con la vida y obra de Flaubert (p.e.: Ruán:
ciudad natal del escritor):
1. Maupassant. 2. Louise Colet. 3. Grecia. 4. Cervantes. 5. La educación sentimental. 6. Byron. 7. Salambó. 8. Año 1857. 9. La tentación de San Antonio (cuadro de Brueghel). 10. Maxime Du Camp. 11. Elise Schlésinger. 12. Croisset. 13. Mémoires d'un fou. 14. Louis Bouilhet. 15. Cartago. 16. "Madame Bovary soy yo." 17. George Sand. 18. Años 1849-1851.
FUENTES PARA TRABAJAR LA ACTIVIDAD:
Vida y obra de Flaubert, por Germán Palacios
¡¡Envía tu actividad a elinfiernodebarbusse@gmail.com, junto con las demás que se proponen en Otoño Flaubert, antes del 3 de noviembre y gana uno de los tres ejemplares de La señora Bovary (Alba Editorial) que se sortean!!
¡Menudo lobo estepario, Gustave!
ResponderEliminarEstoy con las actividades.
Saludos.
Madame Bovary c'est moi! Por cierto, a mi de Flaubert me encantó Bouvard et Pécuchet. Besos.
ResponderEliminarHola, Enma: "Bouvard y Pécuchet" es la gran obra que prefigura a Kafka y a Beckett (como dice Borges). Una gran cruzada contra la estupidez contada por un par de estúpidos. Un libro asbolutamente cervantino, moderno y anticipador de la literatura contemporánea. Si Flaubert fue el gran realista (con muchas particularidades), aquí rompe el realismo y se hace expresionista, casi surrealista. Un libro con humor y trascendencia, absolutamente un "must", a pesar de que está inacabado.
ResponderEliminarBienvenida al infierno.
Saludos.