Otoño Unamuno 6. La soledad buscada
Unamuno en la ribera del Tormes, 1934. Fotografía de José Suárez |
«Si huyo tanto de él, es, no lo dudes, por lo mucho que le quiero. Huyo de él, buscándole. Cuando le tengo junto a mí, y veo su mirada y oigo sus palabras, quisiera apagarle aquélla y volverle mudo para siempre; pero luego, cuando me aparto de él y me encuentro a solas conmigo mismo, veo aparecer en los abismos tenebrosos de mi conciencia, dos temblorosos lucerillos que parpadean como dos estrellas mellizas en lo insondable de la noche, y oigo en mi silencio unos rumores lejanos y apagados, que parecen venir de lo infinito y que nunca llegan del todo. Son sus ojos, son sus palabras: son sus ojos purificados por la ausencia y la distancia; son sus palabras depuradas por su mudez. Y vele aquí por qué huyo de él para buscarle, y cómo le evito, porque le quiero.
Mi amor a la muchedumbre es lo que me lleva a huir de ella. Al huirla, la voy buscando. No me llames misántropo. Los misántropos buscan la sociedad y el trato de las gentes; las necesitan para nutrir su odio o su desdén hacia ellas. El amor puede vivir de recuerdos y de esperanzas; el odio necesita realidades presentes.
Déjame, pues, que huya de la sociedad y me refugie en el sosiego del campo, buscando en medio de él y dentro de mi alma la compañía de las gentes.
Los hombres sólo se sienten de veras hermanos cuando se oyen unos a otros en el silencio de las cosas a través de la soledad. El ¡ay! apagado de tu pobre prójimo que te llega a través del muro que os separa, te penetra mucho más adentro de tu corazón que te penetrarían sus quejas todas si te las contara estando tú viéndole. (...)
Sólo la soledad nos derrite esa espesa capa de pudor que nos aísla a los unos de los otros; sólo en la soledad nos encontramos; y al encontrarnos, encontramos en nosotros a todos nuestros hermanos en soledad. Créeme que la soledad nos une tanto cuanto la sociedad nos separa. Y si no sabemos querernos, es porque no sabemos estar solos.
Sólo en la soledad, rota por ella la espesa costra del pudor que nos separa a lo unos de los otros y de Dios a todos, no tenemos secretos para Dios; sólo en la soledad alzamos nuestro corazón al Corazón del Universo; sólo en la soledad brota de nuestra alma el himno redentor de la confesión suprema.
No hay más diálogo verdadero que el diálogo que entablas contigo mismo, y este diálogo sólo puedes entablarlo estando a solas. En la soledad, y sólo en la soledad, puedes conocerte a ti mismo como prójimo; y mientras no te conozcas a ti mismo como a prójimo, no podrás llegar a ver en tus prójimos otros yos. Si quieres aprender a amar a los otros, recójete en ti mismo.»
(Miguel de Unamuno. Soledad. 1905)
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ACTIVIDAD 5:
A) Cerramos este primer bloque escuchando un magnífico programa: Salamanca, 1936. Los últimos días de Miguel de Unamuno, una producción de Radio Nacional de España perteneciente a su serie "Documentos". Tras oír el audio del programa, contesta a las siguientes preguntas: 1. ¿Cómo se explica la adhesión inicial de Unamuno al levantamiento militar de 1936? 2. ¿Qué le hizo discrepar y alejarse de la República? 3. ¿Traidor o ingenuo? Valóralo razonadamente. 4. ¿Qué le hizo rectificar su posición de apoyo a los militares sublevados? 5. ¿Sabemos qué opinión tenia Unamuno sobre Franco? 6. ¿Cuál fue el detonante que finalmente le llevó a hablar acaloradamente en el acto celebrado en la Universidad salmantina en octubre del 36? 7. ¿Cómo reaccionó Millán Astray a las palabras de Unamuno? 8. ¿Quién acompañó a don Miguel, mientras éste era abucheado, a la salida de aquel famoso acto? 9. ¿Cómo se titula su manifiesto contra la Guerra Civil española? 10. ¿Qué dos asuntos decía Unamuno que la guerra le obligaba a repensar? 11. ¿Cuál fue su última frase en vida? 12. La escena de su muerte ha sido calificada por algunos como "unamuniana", en el sentido de singular; ¿por qué?
B) Valora finalmente a Unamuno con la visión que ya tienes de él a lo largo de este monográfico. Es incuestionable que fue un intelectual valiente y comprometido, pero tambien ha sido visto como un ególatra y una figura excesivamente contradictoria hasta llegar a rozar lo incomprensible. ¿Cómo lo ves tú? Razónalo. Salvando las distancias, ¿hay algún personaje público en España en nuestro días que, en tu opinión, pueda equiparársele en talla intelectual y peso mediático? Si es así, ¿quién?
Salamanca, 1936. Los últimos días de Miguel de Unamuno (RNE)
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¿Recójete?
ResponderEliminarSí. He respetado el modo de escritura de Unamuno. Al igual que Juan Ramón Jiménez, el autor vasco abogó por emplear una ortografía fonética (así, el caso de esta "j" en la palabra "Recójete", tal como suena).
EliminarEn un texto llegó a escribir lo siguiente: "Si se adoptase una ortografía fonética sencilla, que aprendida por todos hiciera imposible, o poco menos, las faltas ortográficas ¿no desaparecería uno de los modos de que nos distingamos las personas de buena educación de aquéllas otras que no han podido recibirla tan esmerada?"
Resulta chocante, pero he preferido la fidelidad al original por encima de la actual normativa ortográfica. Es esa opción también la que adoptan la mayor parte de las ediciones actuales (e históricas) de la obra unamuniana.
La intensidad poética de este último texto me ha llegado muy hondo... Será el otoño.
ResponderEliminarDifícil éste último ejercicio, llevo horas dándole vueltas. Creo que actualmente los intelectuales (al menos en España) tienen poco peso mediático y encontrar alguno equiparable en influencia y proyección pública se me antoja arduo, cuando no imposible. Pero sigo dándole vueltas...
No es de extrañar, el texto pertenece a un breve y precioso ensayo de 1905 titulado "Soledad". Lo que te impresiona de este tipo de autores, como Unamuno, tan grandes, es que la misma densidad humana y vital que despliega en sus obras más importantes y conocidas está también presente en sus textos más breves y menos difundidos. Es lo que tienen los escritores que tienen de verdad cosas que decir.
EliminarY bueno, sí, Gerardo, podrías tirarte una hora o varias pensando, pero no creo que sea fácil encontrar ese nombre que buscamos.
Y esto va para todos: que a nadie se le ocurra decirme Elisa Beni porque le doy de baja en el blog fulminantemente.
Un saludo.
Gerardo, por favor, no le des más vueltas a la cuestión planteada por Barbusse. El nuevo intelectual de nuestros tiempos y mediático lo tienes súper fácil hombre, Jorge Javier Vázquez, escritor, autodidacta, intelectual a más no poder. En fin tranquilo hombre, puedo darte más ejemplos, mira se me acaba de ocurrir a bote pronto, Messi.
EliminarEn fin, un saludo, era para mitigar un poco los efectos devastadores Del texto de Unamuno.
Sr. Barbusse, podría recomendarme por favor una novela para superar el mal de amores (no libros de autoayuda). Es para no perder aún la fe en los hombres.
ResponderEliminarun saludo