Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson


Es difícil hablar de Siempre hemos vivido en el castillo sin desvelar algo de su enigmático interior, aunque en su interior se desvele muy poco, justo solo lo que le interesa a su protagonista y narradora, Mary Katherine Blackwood, Merricat, una adolescente de dieciocho años que vive con su hermana Constance, su anciano tío Julian y su gato Jonas en una casa solariega a las afueras de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. Detrás de la monótona, apacible y feliz cotidianidad, aunque plagada de particularidades, en la que viven los Blackwood, se esconde un secreto que el lector irá descubriendo sólo fragmentaria e intrincadamente: el envenenamiento, con arsénico, seis años atrás, de los demás miembros de la familia. Ése –el suspense– es uno de los sabrosos ingredientes que esta obra presenta y el que hace que los ojos se nos adhieran como ventosas a la letra impresa, sin que reparemos siquiera en la idea de interrumpir la lectura –acaso una vez, a lo sumo dos, para estirar piernas– a lo largo de sus doscientas páginas. 

Pero no solo es la historia, el trasunto narrativo con que Shirley Jackson nos gana y nos arrastra donde quiere, sino sobre todo su potencia estilística, su grandiosa manera de escribir, como quien no hace esfuerzo alguno, con esa facilidad que solo tienen los arduos trabajadores de la frase, los artesanos del verbo y del adjetivo. 

Y, luego, claro, está Merricat, uno de los personajes adolescentes más sólidos de la literatura norteamericana de mediados del siglo pasado. Sí, por encima –al menos para mí– de Holden Caulfield de El guardián entre el centeno, o de Scout de Matar a un ruiseñor, está Merricat, esa joven socialmente torpe, retraída, despectiva en su trato con los demás, intencionadamente pueril –a veces parece más una niña de doce años que una chica de dieciocho–, burlona, intuitiva, perspicaz, divertida, sádica. Su carta de presentación, ya desde el mismo arranque de la novela, no deja lugar a dudas acerca de su singular personalidad: "Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menundo pienso que con poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto".

Shirley Jackson, ca. 1940
Para Merricat, cualquier cosa fuera de lo habitual se convierte en una amenaza, así que, cuando a mitad de la obra se vislumbra un "cambio" que podría afectar la pacífica convivencia de los habitantes de su casa, ella está dispuesta a todo para impedirlo, y ese todo incluye la puesta en práctica de su brujería, una suerte de magia sencilla, basada en amuletos. Esta irrupción en la novela de un tema como es la vulnerabilidad de nuestras vidas ante una presencia sobrevenida que tiene visos de modificar lo que, ingenuamente, deseamos que perdure inalterable, es, en mi opinión, uno de los puntos fuertes de la obra, y constituye el elemento tensional que permite que la narración evolucione hasta llegar a un clímax que prepara, a su vez, un final tan feliz como simbólicamente perverso. A estas alturas de la lectura, me acuerdo de otra espléndida novela de suspense gótico, La noche del cazador, de Davis Grubb, seguramente porque suscitó en mí parecidos sentimientos de inquietud, a pesar de que su escenario y conflicto son muy distintos.

Pero volvamos a Merricat. Cabría pensar en la más pequeña de los Blackwood como en alguien con algún trastorno psicopatológico, aunque si realmente está loca, se trata de una locura “poética”, como bien señala Joyce Carol Oates en el excelente posfacio a la obra. Sea como fuere, la protagonista es quien nos cuenta la historia y, por tanto, por muy convincente y persuasiva que su voz pueda resultar –como, sin duda, resulta–, el lector atento debe dejar un resquicio a la duda y desconfiar de la fiabilidad de lo narrado. En este sentido, se ha comparado Siempre hemos vivido en el castillo con Otra vuelta de tuerca de Henry James, donde, como sucede aquí, los hechos narrados tienen una alta probabilidad de enmascarar un tabú que se convierte en el asunto alrededor del cual gira todo discurso y acción.  

Shirley Jackson es autora de una no muy extensa obra, pero venerada por escritores tales como Richard Matheson, Jonathan Lethem, Stephen King o la misma Joyce Carol Oates, entre otros. Nacida en San Francisco, vivió solo cuarenta y nueve años; poco después de la aparición de Siempre hemos vivido en el castillo (1962), su última obra publicada, murió a causa de la adicción a las anfetaminas, el alcoholismo y la obesidad mórbida. Sabemos que en los últimos meses de su vida sufrió una agorafobia aguda, parecida a la que sufren las dos hermanas de la novela, que le impedía salir de casa. Tras su muerte, su hijo, Laurence Hyman, confesó que su madre poseía un tablero Ouija y unos quinientos libros sobre ocultismo.

Siempre hemos vivido en el castillo es una novela abierta, ambigua, inteligente (y como tal recibe y trata al lector). Hoy que el mundo editorial parece más empeñado en vendernos copia por original, mediocridad por talento, humo por Literatura, gato por liebre, tenemos la suerte de poder acceder a esta excelente edición de Minúscula –gracias, Valeria Bergalli– de la ya clásica novela de Shirley Jackson. Afortunadamente, aún hay liebres que se venden por liebres. 

Comentarios

  1. ¿Ves como era absolutamente preciso que publicaras este post? Ahora ya podemos formar un club de fans de Shirley Jackson (estoy leyendo otra novela suya esta vez en inglés)o, aún más peligroso, una secta de adoradores de Merricat.De momento voy a clavar un libro suyo en una encina a la salida d emi pueblo

    Un saludo, campeón

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    1. The Bird's Nest (1954)... ¿quiza?

      Asegúrate de dejar bien clavado el libro en el árbol, que como se caiga puedes buscarte algún contratiempo :))

      Un saludo.

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    2. ¡Cierto! pero cuidado de no destripar el libro para los afortunados que aún no lo han leído pero lo harán; por cierto, me gusta mucho la interpretación 'brujeril' que hace Carol Oates de estos rituales de Merricat

      Y sí,acertaste, estoy leyendo con delectación y lentitud extremas este nidito de pájaros

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    3. Oates es que es una señora con una cabeza muy bien puesta, buena escritora y mejor lectora. La eterna candidata al Premio Nobel.

      Tú que puedes leer en inglés..., que lo disfrutes.

      Yo iré a por el otro título suyo editado en español (por Valdemar) : "La maldición de Hill House"

      Saludos.

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    4. Ya me contarás si está al nivelazo de "Siempre hemos vivido..."

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  2. Jesús, estoy precisamente leyéndolo a falta de unas pocas páginas para terminarlo. Es un libro maravilloso. De acuerdo contigo en que esconde mucho más de lo que enseña y también en que Shirley Jackson es una escritora de raza.

    Gracias.
    Saludos.
    Carmen Martín

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    1. Me alegro, Carmen. Y, desde luego, Jackson era tan extraña como buena escritora. Me alegra verte por aquí. Un saludo.

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  3. La verdad no conocía a la autora, pero entre la reseña y la cantidad de autores admirados que la tenían en consideración a parte de un resumen bastante atractivo has conseguido que me apunte el libro y a la autora.
    Un saludo.

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    1. Te apuntas una liebre, Mariuca. De veras. Y, además, el libro se presta y aprovecha mucho para comentarlo en clubes de lectura... (ejem).
      Un saludo.

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  4. Conozco a Shirley Jackson de unos fragmentos sobre cuentos de terror y suspense que leí hace mil años en la biblioteca, pero todavía guardaba buen recuerdo de ella. Bueno, mejor dicho, mal recuerdo porque la señora te hace sentir una angustia y una opresión con sus magníficamente creadas atmosferas y personajes que... Bueno, tan inquietante como Merricat, no me digas que no es inquietante. En fin, que tomo buena nota porque aunque soy reacia a adoptar las fiestas de Halloween (para fiestas paganas me quedo con la de la castaña y el equinocio) creo que si te apetece sentir repelús, este libro es el indicado. Saludos!!

    P.D.: El otro día tropecé con este blog y pensé que quizás te gustaría echarle un ojo: http://miedoalaliteratura.wordpress.com/

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    1. No he visto horterada más defenestradora de la personalidad de una persona que imbuirse del espíritu halloweeniano made in USA, además sin saber (ni ganas) ni de lo qué va el asunto...

      En fin, Mónica, que sí, que no te pierdas a Merricat. Sobre todo porque es un libro tan bien escrito....

      Y gracias por el apunte del blog. Lo miro.

      Saludos.

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  5. "Afortunadamente, aún hay liebres que se venden por liebres"

    Muy bueno!! Y mira que se oyen maullidos por todas partes :)

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  6. yo no sé nada de la liebre. ?que es eso?

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  7. yo no tengo entrada.

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  8. Un estupendo comentario sobre un maravilloso libro incluído en el maravilloso catálogo de una editorial minúscula.
    Jorge M.

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    1. Pequeña gran editorial que debería sonrojar a las grandes editoriales con pequeñas ideas.
      Gracias, Jorge. Y bienvenido.
      Saludos.

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  9. Me ha convencido usted de volver sobra la Jackson, pues a riesgo de contravenir, le diré que la obra ahora publicada por Valdemar -y que hace ya años se publicó como "La casa encantada"- me satisfizo menos de lo que esperaba... sobre todo después de haber visto la espléndida adaptación cinematográfica que Robert Wise hizo con el título "The haunting".
    Sin embargo la convicción por usted desplegada me ha convencido, ya le digo: visitaremos sin duda ese castillo...

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    1. No se arrepentirá. Son unas cuantas horas de gran lectura. A diferencia de usted no he leído aún La maldición de Hill House, pero en cuanto la lea, la comento. La película de Wise me interesa y la veré una vez lea la obra.

      Me gusta verlo por aquí. Gracias por su visita al Hades.

      Saludos.

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  10. Me acabas de abrir un apetito inmenso por este libro. Espero que valga la pena, sino volveré y sino también jajaja Me lo apunto ya mismo.

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    1. Jajaja, me alegro de haberte creado interés. Espero que te guste.
      Saludos.

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  11. No he leído esta novela pero "La maldición de Hill House" (también traducida como "La casa encantada") merece mucho la pena. Yo la leí después de ver la película de Robert Wise y no me decepcionó en absoluto (la adaptación de Wise es bastante fiel). Hay quien la compara con "Otra vuelta de tuerca" de Henry James, sobre todo porque en las dos novelas la visión de la protagonista lo impregna todo de ambigüedad, haciendo que no haya una única respuesta a todas las preguntas que la narración plantea. A quien le guste eso que se suele llamar "terror psicológico", le gustará.

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    1. Gon:
      Espero ver pronto esa película, estoy detrás de ella.
      Y, de acuerdo en lo de James. Las similitudes en ese aspecto son muchas.

      Gracias por pasarse.

      Un saludo.

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  12. ¿Valdemar ha reeditado "La maldición de Hill House" (con cualquiera de los 200 títulos que tiene)? Qué alegría, oye.

    Por fin!

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