Lecturas de sábado
Esta mañana me he levantado con ganas de leer esto, no sé por qué... Uno de mis múltiples y más claramente perceptibles achaques bibliopáticos es la lectura a impulsos asíncronos y desaforados. Así que, haciendo caso de aquello que decía Wilde de que la única manera de superar una tentación es caer en ella, me he dispuesto a abrir el correspondiente libro de cuentos completos, buscar el relato en cuestión y ponerme a leer. Este cuento es tan inexplicablemente misterioso, tan bien escrito, tan envolvente, tan raro... Te atrapa y no te suelta. Me encanta cómo está narrado, el autor es el ejemplo máximo de decir tanto con tan poco. Como si estuviésemos ante un ejercicio matemático del que no hemos de perder detalle, te obliga a estar atento y concentrado. Una vez satisfecha su lectura, no más de veinte minutos, ya he podido salir a la calle (menudo día de calor), desenfadado, asintomático y libre.
Voy a hojear rapidamente mi ejemplar de Ficciones de mi biblioteca
ResponderEliminarJajaja, pero allí no lo encontrarás, sino en el volumen de cuentos donde se publicó, que no es ese, sino otro.
ResponderEliminarO bien en los cuentos completos que publicó Lumen.
Estimado JesúsJP; Esta mañana , al igual que usted, sorprendentemente, me he levantado y me he dirigido a mi biblioteca, he cogido "esta antología", he abierto, de manera premeditada, por su página 131 y he leido lo siguiente:
ResponderEliminar" Como consecuencia probablemente de un exceso de amor propio o, más en general, de la desafortunada organización de mi persona, entre mis pensamientos, mis sentimientos y la expresión de esos pensamientos y esos sentimientos siempre se ha interpuesto un obstáculo incomprensible, absurdo e insuperable. Y, cuando tomaba la resolución de vencer a cualquier precio ese obstáculo, de derribar esa barrera, mis gestos, mis ademanes y todo mi ser denotan una tensión penosa. No sólo parecía afectado y poco natural, sino que lo era. Yo mismo me daba cuenta y me apresuraba a encerrarme de nuevo en mí mismo"
A continuación, he cerrado el libro, lo he vuelto a colocar en su estantería correspondiente y, una vez satisfecha su lectura, ya he podido salir a la calle al igual que ha hecho usted. (Cuestión distinta es que yo lo haya podido hacer de una manera tan desenfadada, asintomática y libre como lo ha hecho usted. Eso sí, en lo del calor estamos igual...)
Ante estos "antecedentes de hecho" me gustaría preguntarle dos cositas;
1ª- ¿ Considera que junto al listado de achaques propios de mi edad cabe la posibilidad de que tenga que añadir el de la bibliopatía a juzgar por mi "extraño" comportamiento matutino y muy similar al suyo?
2ª.- ¿ Se anima a descubrir a que obra pertenece el párrafo que he transcrito?
Ni que decir tiene que la propuesta la hago extensible a todos sus lectores (tanto a los que padezcan de bibliopatía como a los que no)
Como pista les diré que quizá hubiera sido más correcto publicarlo en el post de Oblomov...
Saludos y suerte!
No dude, Theresa, que usted padece un bibliodesorden de, al menos, grado 3 de intensidad. Yo que usted estaría vigilante a cualquier otro comportamiento novedoso que le llamara la atención al respecto.
ResponderEliminarEn cuanto al fragmento que cita, supongo que será de Goncharov. En cualquier caso, es muy sugerente.
Saludos desde este infierno.
No debería interpretar de forna tan superficial la pista que dí, JesúsJP. Creáme cuando le digo que la misma no resulta para nada superflua...
EliminarAaah, amiga..., no sea usted mala, encima que sabe que padezco de lo que padezco, viene y me chincha... Suelte, diga ya.
ResponderEliminar¡Más allá de mi intención!(A lo de ser mala, me refiero. Y mucho menos chincharle!). Pero no creo que la solución a sus dolencias bibliopáticas sea decirle así como así a qué novela corta me estoy refiriendo, cuando estoy más que segura que ha leído gran parte de la obra de este autor, y muy probablemente la novela a la que pertenece el fragmentito de marras...
EliminarInsisto en que la pista que le dí no resultaba en absoluto SUPERFLUA. No obstante, y en vista del posible agravamiento de su padecer si no le digo la solución en breve, le diré que si Oblomov era el protagonista de la homónima novela de Goncharov. Chulkaturin es el protagonista de esta novela que, por lo visto, le ha traido este fin de semana a mal traer!
¿La tiene ya? Venga,que ya es suya...
Se trata de Дневник Лишнего Человека, de Turgueniev, 1850.
EliminarExacto! Maravillosa novela y muy, muy recomendable.
EliminarEl comienzo de este cuento también debería figurar por derecho propio en una antología de los mejores de todos los tiempos. Magnífico cómo da el tono, esa mezcla propia de Grandes Temas y banalidad cotidiana que va a conformar el relato. Yo confieso que la primera vez que lo leí hice una lectura muy parecida a la de los de La milana, me desconcertó la presencia constante de las pequeñas miserias, lo ridículo, lo anticlimático incluso... en un relato que por ser el que daba título al libro uno imaginaba en el gran estilo perfectamente serio de El inmortal; incluso, dado que era el cierre, con una vuelta de tuerca más sobre ese tono. Al contrario, y esa es su grandeza: estar está todo, pero contado desde ese humorismo de la resignación que conlleva la conciencia de que ni aunque en una ocasión pudiesemos llegar a tocar el rostro de dios nos libraríamos de, al dia siguiente, tener que volver a hacer cola en la panadería, por decirlo así.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, javi.
EliminarY, sobre todo, esa manera única, prensada (con r) e inconfundible con la que narra Borges.