Libros felices contra la crisis
("La juguetería errante" de Edmund Crispin)
Queridos lectores de El infierno:
Si quieren ustedes descansar un
poquito, no sé, unas tres horas y media —a ritmo de lectura ágil— o unas
cuatro —a un ritmo más moroso y acompasado—, si quieren, digo, descansar de
metrallas auditivas y azarosos titulares de prensa sobre ajustes y recortes,
sobre subidas y bajadas de ibexs y de primas, sobre el gris-negro horizonte
que se nos pinta y en el que ya nos imaginamos, más temprano que tarde,
desasistidos y viejos, bajo un puente..., si quieren, ya les digo, desenchufar de
tanta dosis de grostesca realidad, cójanse este libro de Edmund Crispin, que les
saque de aquí durante un buen rato.
¡Abundan tan poco los
libros felices! Y este es, sin duda, uno ellos. Diversión y misterio inteligentemente
entrelazados. Humor inglés, disparate surrealista. Y, encima, ambientado en
Oxford. ¿Qué más se podría pedir? Bueno, sí: un excéntrico profesor
universitario y detective aficionado, Gervase Fen, que usa expresiones del
conejo de Alicia en el país de las maravillas; un poeta ocioso, Richard
Cadogan, que acompaña a Fen en sus pesquisas; un jefe de policia obsesionado
con la intencionalidad de Shakespeare en Medida por medida. ¿Qué más? Un
coche deportivo, destartalado y ruidoso, llamado Lady Chistine III. Un cadáver
en una juguetería que aparece y desaparece. Y continuas referencias literarias,
entre ellas ese juego de acertijos basado en Los poemas absurdos de
Lear, que termina siendo fundamental para la trama y la resolución del caso.
Y, encima, el libro está bien escrito
y mejor traducido.
La editorial, Impedimenta, lo promociona como una obra clásica del género detectivesco, pero más preciso sería definirlo como una comedia que incluye, además, la investigación de un asesinato —no
se lleven a engaño los recomponedores de puzzles a lo Agatha Christie o Dorothy
Sayers—-, aunque aquí las piezas encajan y no menos perfectamente.
Si, como dejó dicho Baudelaire, el verdadero héroe es el
que se divierte solo, ahora pueden robarle al tiempo ese
privilegio durante unas horas leyendo La juguetería errante.
Sin duda una obra inteligente y tentadora que se añadirá a mis próximas adquisiciones.
ResponderEliminarY no te arrepentirás, Nacho...
EliminarMuchisimas gracias por tu propuesta de hoy, Barbusse. (Por cierto, ¿para cuando un post del "verdadero" Barbusse? Yo lo dejo caer por si hay suerte...).
ResponderEliminarYa tenía alguna que otra buena referencia sobre esta novela, pero con la reseña de hoy no me cabe duda de que ésta será una de mis próximas adquisiciones literarias. Sí, me has convencido con eso de que ésta puede ser una manera de descansar de metrallas auditivas y azarosos titulares de prensa sobre recortes, ajustes, ibex, primas, tios y demás parentela. ¡Dios te oiga!
Enhorabuena por tu Infierno y mucho ánimo en este proyecto.
Gracias, Anónimo, por el comentario y los ánimos.
ResponderEliminarEn cuanto a la reseña o fragmento o extracción, etc. de Barbusse, todo se andará.
Un saludo infernal.
Gracias por compartir sus entusiasmos, y dar a conocer obras y ediciones que en el constante fluir de las novedades quizá pasasen desapercibidas. Aquí tendrá a un lector atento.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, javi, por la atención.
ResponderEliminarUn saludo.