Los buenos consejos de Polonio
POLONIO: ¡Todavía aquí, Laertes! ¡A bordo, a bordo! ¡Qué vergüenza. El
viento sopla en la popa de tu nave, y sólo aguardan tu llegada. Acércate. ¡Que
mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos
preceptos: No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo,
pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto
a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tu mano
con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de
entrar en pendencia; pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario
quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras
de los demás, pero reserva tu juicio. Que tu vestido sea tan costoso como tu
bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, mas no extravagante,
porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta
alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez. No pidas ni des
prestado a nadie, pues el prestar hace perder a un tiempo el dinero y al amigo,
y el tomar prestado embota el filo de la economía. Y sobre todo, esto: sé sincero
contigo mismo, y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedas ser
falso con nadie.
(De Hamlet, Acto I, Escena III. W. Shakespeare. Trad. de Luis Astrana Marín)
Un nuevo acierto. Magnifico y didáctico fragmento.
ResponderEliminarFdo: Polonio
Gracias, Ramón/Polonio, me alegra que te guste.
EliminarHas de saber que, pese a lo acertado de sus consejos, Polonio era el primero que los incumplía, pues era un servil y un "vendido". Hamlet se lo cargó, atravesándolo con su espada, cuando aquel espiaba detrás de unas cortinas. :)