Lo desagradable útil
«El oficio y la meta final del
adulador es esto: hacer elegante y sazonar una broma, una acción o un
discurso con el placer y para el placer. Para decirlo brevemente, el uno, el
adulador, para ser agradable cree que debe hacerlo todo; el otro, el amigo, haciendo
siempre las cosas que debe, muchas veces es agradable, otras muchas
desagradable, no porque lo prefiera, sino que, si eso fuera mejor, ni siquiera
lo evitaría. Pues, igual que el médico, si conviene, administra azafrán y
ungüento de nardo y, si, ¡por Zeus!, muchas veces lava bondadosamente y
alimenta generosamente, hay casos en los que, dejando estas cosas, proporciona
un castorio o polio, de olor pesado, que huele, en verdad, de manera
terrible, u obliga a beber eléboro después de triturarlo, no
persiguiendo en este caso lo desagradable ni en el otro lo agradable, sino
llevar a su paciente a través de ambos medios a un estado que le conviene; así
(…), conviene que el amigo cause tristeza, si con ello es útil, pero no
conviene destruir la amistad causando tristeza, sino usar esto como se usa un
medicamento molesto, que salva y defiende al paciente. Por lo cual, como el
músico, el amigo con el cambio hacia el bien y la utilidad, unas veces tensando
las cuerdas y otras aflojándolas, muchas veces es agradable, pero siempre es
útil; el adulador, en cambio, acostumbra a tocar como acompañamiento lo
agradable y lo que es gracioso en una sola escala, y no conoce ni acciones que
contradigan ni palabras que entristezcan, sino que sigue sólo lo que quiere
otro, cantando siempre y sonando de acuerdo con él. En efecto, como dice
Jenofonte de Agesilao, que de buena gana se dejaba alabar por aquellos que
también estaban dispuestos a vituperarlo, así es preciso tener por amigo lo que
alegra y agrada, aunque pueda entristecer y oponerse alguna vez, pero sospechar
de la compañía constante en los placeres y favores, siempre solícito y sin
asperezas, y, ciertamente, ¡por Zeus!, tener presente el dicho de aquel lacedemonio
que, al ser alabado el rey Carilo, dijo: '¿Cómo puede ser un hombre bueno, el
que ni siquiera es severo con los malos?'»
(De Cómo distinguir a un adulador de un amigo. Plutarco. Trad. de José García López. Ed. Gredos)
Imagen: Mural de Pompeya, del libro L'Antichitá di Ercolano.
Imagen: Mural de Pompeya, del libro L'Antichitá di Ercolano.
Muy buena aportacion. Tambien en crimen y castigo se dice: "..... Y finalmente, emplee el recurso mejor y mas seguro para rendir el corazon de una mujer, un recurso que nunca le falla a nadie y que surte efecto con todas las mujeres sin excepcion, el conocido recurso de la adulacion. Nada hay en este mundo mas dificil que la franqueza ni nada tan facil como la adulacion...."
ResponderEliminar...Si en la franqueza trasluce el menor matiz de falsedad se produce al instante una disonancia que conduce al desastre. En cambio,la adulación, aunque sea falsa hasta la raíz, es acogida con agrado y cierta satisfacción. Y por tosca que sea la adulación, por lo menos a medias, es aceptada como verdad. Esta regla es aplicable a todas las etapas del desarrollo humano y a todas las clases de sociedad."
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