Lectura Madame Bovary, II, caps. 1-6

Los Bovary llegan a Yonville donde son recibidos con gran expectación por todos los vecinos. Emma, que pensaba que allí podría ser feliz pronto se asfixia en el ambiente puritano y rutinario del pueblo. Ni siquiera el nacimiento de su hija Berthe llenará su vida. Como contraste, Charles es completamente feliz y enseguida se mimetiza con los aldeanos, para espanto de Emma. Esta empieza a sentirse atraída por el joven pasante, Léon, que comparte con ella el gusto por las artes. Aunque Léon intenta un acercamiento Emma no es capaz de engañar a su marido. León entonces decide cumplir su sueño y se marcha a París. 

Guión de lectura:

1. El primer capítulo de esta segunda parte es fundamentalmente descriptivo, para preparar el escenario al que van a llegar los Bovary. Yonville es, como Tostes, un lugar inventado por Flaubert. ¿Cuáles son los centros neurálgicos del pueblo? [Cap. 1]

2. No resulta difícil adivinar en este primer capítulo qué personaje del pueblo va a tener un protagonismo más destacado en la novela. ¿De qué personaje se trata?  [Cap. 1]

3. Observa la habilidad con que Flaubert logra crear dos mundos diferentes en la velada nocturna. Este lo logra con un depurado uso del método del contrapunto, que consiste en las interrupciones paralelas de dos o más conversaciones o corrientes de pensamiento. Este método lo empleará el autor más veces a lo largo de la novela (sin ir más lejos en el capítulo 5, en la escena de la conversación entre Emma y el cura, interrumpida continuamente por los niños, que incordian y desvían la atención del sacerdote), pero es ésta la primera vez que nos aparece. Exactamente un año después de empezar a componer el libro, Flaubert escribió a su amante Louise Colet el 19 de setiembre de 1852: «¡Qué pesadez es mi Bovary!... Esta escena de la posada puede llevarme tres meses. A veces me siento al borde de las lágrimas, tan profundamente siento mi impotencia. Pero prefiero que me estalle el cerebro, antes que prescindir de esa escena. Tengo que situar simultáneamente, en la misma conversación, a cinco o seis personajes (hablando), a varios otros (de quienes se habla), a toda la región, descripciones de personas y cosas... y en medio de todo eso, mostrar a un caballero y a una dama que empiezan a enamorarse el uno del otro porque tienen gustos comunes. ¡Y si por lo menos tuviese espacio suficiente! Pero la verdad es que la escena tiene que ser rápida sin que resulte seca, y amplia sin que resulte farragosa.». El lector juzgará si Flaubert consigue su propósito o no. [Cap. 2]

4. ¿En qué parecen coincidir los gustos de Emma y de Léon? ¿Qué frase del narrador es reveladora del interés y la admiración que Emma empieza a sentir por Léon? [Cap. 2]

5. ¿Por qué prefiere Emma que su hijo sea varón? El párrafo en el que encontrarás la respuesta es un ejemplo perfecto de estilo indirecto libre, del cual ya hemos hablado. [Cap. 3]

6. Reflexiona sobre los sentimientos de Emma hacia su hija: ¿puede hablarse de insensibilidad? [Cap. 3]

7. Fijémonos ahora en las palabras que aparecen en cursiva en estas dos frases: "En Yonville opinaban que tenía unos modales muy como es debido." [cap. 3, p. 111] y "A finales de esa misma tarde ya lo sabían en Yonville, y la señora Tuvache, la mujer del alcalde, dijo delante de la criada que la señora Bovary se estaba comprometiendo." [cap. 3, p. 117]. Anteriormente ya nos han ido apareciendo algunos ejemplos y no surgirán muchos más a lo largo de la novela. Es interesante que el lector sepa, si es que no se ha dado cuenta ya por sí mismo, que, en estos casos, se produce, por brevísimo tiempo pero sin que quepa duda, un cambio del punto de vista narrativo. Al comienzo de cada frase, quien está contando es el narrador omnisciente, pero a la mitad de esas frases una voz intrusa —la de un narrador/personaje— se añade y superpone a la suya. Ésa es la importancia de las cursivas: reflejan la voz de los propios personajes. Naturalmente, la cursiva era innecesaria; Flaubert hubiera podido prescindir de ella, como lo hace un novelista moderno, que no vacila en mezclar las voces de un narrador omnisciente y de narradores-personajes en una misma frase si lo cree necesario. Esa elasticidad del punto de vista es hoy posible gracias a que alguien, un día, lo hizo por primera vez. Y quien comenzó a efectuar esas mudas —subrayándolas con una señal gráfica para evitar confusiones, quizás asustado de su audacia, quizá sin darse bien cuenta de la revolución que iniciaba al romper la rígida separación entre narrador omnisciente y narrador-personaje, quienes antes no compartían jamás una misma frase— fue Flaubert, en esta obra. [Cap. 3]

7. ¿Se corresponden los sentimientos de Léon con los de Emma? [Cap. 4]

8. En cuanto a los sentimientos de Emma enamorada: ¿qué hace para no exteriorizarlos? ¿Qué contradicciones experimenta?  [Cap. 5]

9. ¿Cómo influyen en la conducta de Emma sus sentimientos hacia Charles? [Cap. 5]

10. Emma, con la marcha de Léon, pierde la posibilidad de alcanzar sus sueños. ¿Por que se sobresalta cuando Homais y Charles hablan sobre la vida de Léon en París? [Cap. 5] 

11. Fijémonos en la presencia de elementos cargados de simbolismo en la novela. Ya nos habían aparecido varios en la primera parte: la gorra de Charles, el ramo de novia, la cigarrera. En estos capítulos aparecen otros. Por ejemplo, la galguita italiana de Emma. La pérdida del animal en el viaje de Tostes a Yonville simboliza el fin de los sueños benignamente románticos y elegíacos en Tostes, y el inicio de sensaciones más apasionadas en la nueva localidad. Otro símbolo destacable son las ventanas. La figura de Emma aparece —y ya desde la primera parte de la novela— muy ligada al hecho de mirar por las ventanas. Sin duda, representan la posibilidad de huída, el anhelo de libertad y de escape. 

El pasaje favorito de Otoño Flaubert:

Flaubert fue un maestro del contrapunto —como hemos visto más arriba—, pero también de las transiciones suaves y elegantes, de un tema a otro dentro de los capítulos. En esta ocasión, el pasaje que elijo, de largo recorrido [cap. 6, p.143-148], incluye una magistral y compleja transición que nos lleva de Emma y su estado de ánimo a Léon y el suyo, y de éste a su despedida. Al efectuar esta transición, Flaubert, como hace varias veces en el libro, aprovecha las sinuosidades estructurales de la transición para examinar a alguno de sus personajes, tomando y analizando rápidamente, por así decir, algunos de sus rasgos. Empezamos con Emma en el momento en que regresa a casa tras una entrevista decepcionante con el cura (intentaba apaciguar la fiebre que Léon había despertado en ella), molesta de que todo esté tranquilo en casa mientras ella siente un torbellino en su interior. Aparta con impaciencia a su hija Berthe, que cae y se corta la mejilla. Charles acude corriendo a Homais, el boticario, en busca de esparadrapo, y le cubre la herida. Le asegura a Emma que la cortadura no es grave, pero ella decide no bajar a cenar, y se queda con Berthe hasta que la niña se duerme. Después de cenar, Charles va a devolver el esparadrapo, y se entretiene en la botica hablando con Homais y su mujer sobre los peligros que corren los niños. Charles lleva aparte a Léon y le pide que pregunte en Ruán el precio de un daguerrotipo que, con patética presuntuosidad tiene intención de regalarle a Emma. Homais sospecha que Léon tiene algún lío amoroso en Ruán, y la posadera, la señora Lefrançois pregunta al recaudador Binet si sabe algo. La conversación de Léon con Binet contribuye, quizá, a que cristalice su aburrimiento por el hecho de amar a Emma sin ningún resultado. Se alude a su miedo a cambiar de localidad, pero decide irse a París. Flaubert consigue lo que se proponía, y efectúa una transición impecable desde el estado de ánimo de Emma al estado de ánimo de Léon y su decisión de marcharse de Yonville.

Claves de lectura (para puesta en común):

1) El 15 de enero de 1853, a punto de empezar la segunda parte de su obra, Flaubert escribe a Louise Colet: «He tardado cinco días en escribir una página... Lo que me preocupa de esta novela es la insuficiencia del llamado elemento divertido. Hay poca acción. Pero sigo opinando que las imágenes son acción. Es más difícil mantener el interés de un libro por este medio; pero si se fracasa, es por culpa del estilo. Tengo cinco capítulos seguidos de mi segunda parte en los que no sucede nada. Es un cuadro continuo de la vida de una pequeña ciudad y de una aventura amorosa inactiva, una aventura que resulta particularmente difícil de plasmar pues es a la vez tímida y profunda; pero, ¡ay!, sin una pasión interior tempestuosa. Léon, mi joven amante, es de naturaleza sobria. Ya en la primera parte del libro me he enfrentado con algo parecido: el marido ama a su esposa un poco a la manera de este amante. Los dos son mediocridades en el mismo ambiente, y aun así es preciso diferenciarlos. Si lo consigo, será toda una proeza, porque supone pintar un color sobre otro color, sin contrastes definidos.» Hasta donde llevamos leído, ¿qué opinas de Léon? ¿Crees que puede considerarse como un alma gemela de la señora Bovary por su carácter fantasioso y superficial? ¿Está Léon más cerca de Charles en tanto que siente un amor sincero por Emma?  

2. Analicemos el tema de la maternidad en la novela. ¿Podemos calificar a Emma Bovary de "mala" madre? ¿Hasta qué punto hubiese sido diferente su actitud en el caso de haber dado a luz a un hijo en lugar de una hija? Sabemos que Emma quedó huérfana de madre siendo niña y su padre, el señor Rouault, la cuidó lo mejor que supo. Teniendo en cuenta este dato, ¿crees que el personaje de la señora Bovary es coherente, desde un punto de vista psicológico, en el trato a su hija Berthe? 

Comentarios

  1. Por supuesto que es una mala madre. De la peor especie. No se ocupa de la niña y parece que la destesta desde el mismo momento en que nace, ya que sus expectativas eran las de tener un niño.

    El instinto maternal de Emma Bovary es nulo, a la vista está.

    Un abrazo.
    Carmen

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    1. Estoy de acuerdo. Instinto maternal cero.
      Y si hubiese tenido un varón, habría que haber visto...

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  2. Léon pueder ser una alma gemela de Emma, pero, claro, es hombre, y por tanto tiene mayore oportunidades para buscar su propia felicidad, su propia independendcia. Él tiene su trabajo, sus estudios y puede huir, ser responsable de su propio destino. Ser mujer era en la época un lastre para la autorealización como persona, y eso es indudable. Emma es víctima de las limitaciones de su propia condición de mujer.

    Saludos.

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    1. De acuerdo que León puede tener màs libertad para desenvolverse que Emma, pero no olvidemos que ella està casada y tiene una hija y a la vicaría no la llevaron a la fuerza, salvo que en la conversación que tuvo con su padre antes de casarse se opusiera al matrimonio, eso no lo sabemos, al menos hasta lo que yo he leido.
      Si bien es cierto, que las circustancias personales la llevaran a engañar al marido, por lo menos la obligación como madre es irrevocable y ella no la asume en ningún caso.
      Saludos

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    2. Léon es insulso, ambicioso y cobarde.

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  3. Emma, aparte de muchas cosas más que ya hemos comentado aqui, además es una mala madre. La maternidad para ella solo es un accidente, una desgracia más que va a unirse a su larga lista (según ella) de desdichas. Berthe solo es un estorbo para ella, una rémora, un lastre. La desprecia, la abandona, incluso llega a maltratarla fisicamente. Está claro que Emma no quería una hija, su deseo era tener un varón que para ella era "como la revancha esperada de todas sus impotencias pasadas".


    Saludo

    Saludos

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    1. Estoy de acuerdo con Ramón en que ella no quería una niña, ahora bien, creo que si hubiera sido un varón tampoco se habría ocupado de él, es que opino que esta chica no estaba bien con nadie ni en ningún lugar. En cuanto a León, que vamos a decir, Flaubert nos lo presenta como un iluso más, casi al mismo nivel de imbecilidad que Emma, no aporta nada en su vida, es un ser mediocre, yo creo que màs mediocre que Charles, que por lo menos ejercia la medicina de manera entregada. Si los medicos del seguro actual trabajaran como Charles, podriamos decir otra cosa.
      Perdón por esta frivolite

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    2. Ramón: muy de acuerdo, porque en este aspecto no hay por donde defender a nuestra Emma.

      Antonio Luis: estoy contigo en que habría que haber visto cómo se comportaba la señora Bovary en caso de haber tenido un niño y no una niña. Es posible que de igual manera. (Jajaja, y está bien la "frivolité", así nos relajamos un poco con tanta intensidad lectora.)

      Emma Bovary antepone su esencia de mujer a la de madre. Su hija no la llena nunca como mujer y ocuparse de ella le resulta muy penoso y aburrido. No siente nunca el instinto ni el amor maternal

      Es interesante ver las relaciones padres/madres-hijos en la novela. En esta hay dos padres que cuidan de sus hijas. Emma quedó huérfana de madre siendo niña y su padre, el señor Rouault, la cuidó lo mejor que supo (¿qué podía hacer un padre con una niña como Emma?). El padre se ocupó de Emma hasta que, complacido, la casó con Charles Bovary. El segundo padre es el propio Charles Bovary, médico que asiste al nacimiento de su hija. Emma, que deseaba un hijo y tuvo una gran decepción cuando supo que había alumbrado una niña, se alejó y desatendió a la criatura siendo él quien intentó suplir a la madre aunque sólo lo consigue a medias, como veremos más adelante.

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  4. En cuanto a Emma y su cuidado del bebé, debo decir que es nulo, ademàs el autor nos ofrece un contraste muy fuerte entre el cuidado que ella tiene con Berthe y las atenciones que el boticario tiene para sus hijos, es muy significativa la escena del capitulo I, en donde el farmaceutico habla de que tiene una religión, y esta entre otras obligaciones està la de cumplir nuestros deberes de ciudadanos y DE PADRES DE FAMILIA........

    Un saludo desde aquí arriba

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    1. Pero no olvides, Francisco, que, en el otro extremo, Flaubert también se ríe de las ridículas y excesivas precauciones y miramientos del matrimonio Homais para con sus hijos:

      "Así que aquellos celosos padres tomaban infinitas precauciones. Nunca se afilaban los cuchillos ni se enceraban los suelos. Había en las ventanas rejas de hierro y, en los marcos de las puertas, barras fuertes. Los niños de la familia Homais, por muy independientes que fueran, no podían ir nunca a parte alguna sin llevar detrás a alguien que los vigilara; al menor catarro, su padre los atiborraba de pectorales y hasta bien cumplidos los cuatro años llevaban todos, implacablemente, chichoneras acolchadas. Esto era, a decir verdad, una manía de la señora Homais; su marido lo lamentaba para sus adentros, pues temía los posibles resultados de semejante compresión en los órganos intelectuales y se atrevía incluso a decirle:
      -¿Es que pretendes convertirlos en caribeños o botocudos?"

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    2. No le falta razón Barbusse en que Homais no distingue entre cuidado y sobreprotección de sus hijos, en este punto, creo que el pasaje que expone es muy actual, ya que muchos padres, quizas sobreprotegemos a nuestros hijos.
      Bien traida y aceptada la aclaración. Parece que esto se pone interesante

      Saludos

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    3. Así es, Francisco. Y me pareció interesante subrayarlo porque dice mucho de la personalidad de otro personaje que analizaremos próximamente: Homais. También éste tendrá su buena ración de ojeriza flaubertiana. Tiempo al tiempo.

      Un saludo desde aquí abajo.

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  5. No creo que León, al menos por el momento sea el alma gemela de Emma. Es un muchacho cuyas fronteras ve muy limitadas y Emma supone una diferencia en todo lo normal que ve cada día. Si no, ¿Por qué iba a tener interés en ella?. Supongo que aquí el amor también es ciego, pero Emma solo parece diferente porque ella lo desea, no hay nada que la haga mejor que el resto de los que la rodean, tan solo su permanente disgusto con su vida.
    Tampoco me parece que León esté más cerca de Charles. Charles en estos capítulos parece más contento con su mujer, incluso enamorado y aunque tampoco sabe lo que realmente piensa Emma, si tiene una relación más real con ella aunque basada en las apariencias que su mujer quiere dar.
    Emma sin duda es una mala madre. Demasiado joven y demasiado desilusionada con su vida como para preocuparse de un ser dependiente como es un niño. No creo que el tener un varón hubiera significado mucha diferencia, solo el posible orgullo de haber dado a luz a un niño, en una época en la que dar herederos varones era tan importante.
    Dificilmente el hecho de haber quedado huérfana de madre ha podido influir en su vida, porque este asunto no parece haber hecho mella en Emma, que no ha sentido la falta de una madre a su lado, más bien la hacía sentir más mayor, más responsable.
    Emma no parece que puede ser buena madre o esposa, ya que su vida ha sido una completa decepción hasta el momento y la única persona que le importa realmente es ella misma.

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    1. Es curioso, porque la tendencia afectiva de las madres que han sido huérfanas es precisamente la contraria de la de Emma, es decir, la de tener la felicidad de dar a sus hijos el cariño y la protección que ellas no tuvieron. Al menos eso dicen los psicólogos. Pero en este caso, es cierto, que estamos ante uno de los caracteres probablemente más egoístas de la literatura.

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  6. Al margen de las actitudes bochornosas que tiene Emma con respecto a Berthe, hay una frase que para mí la desacredita por completo como madre y que me revolvió en mi asiento cuando la leí. Me refiero a cuando Emma, después de haber empujado a la niña y, como consecuencia, haberse hecho daño, la madre va a verla a su cuarto, una vez que su marido la ha curado y dice: "Qué cosa más rara -pensaba Emma—; ¡hay que ver lo fea que es esta niña!"

    La frase es un mazazo para el lector. ¡Qué clase de madre puede ver así a su hijo!

    Un saludo.

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  7. Totalmente de acuerdo, Esteban. Frase demoledora.
    Un saludo

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    1. Esteban y Antonio Luis: también a mí me impacta mucho el pensamiento de Emma sobre Berthe. Y eso que se supone que trataba de limpiar su mala conciencia después de haberla empujado con violencia.

      La violencia tiene una presencia enorme en esta obra, violencia tanto física como verbal, como ocurre con esta frase que destacais.

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  8. El institnto maternal, o su ausencia, como metáfora biologicista, no explica absolutamente nada. Flaubert lo sabía, la mayoría de vosotros no. Y si no porbad con esto: Charles, varon símplón ¿sí tenía instinto 'maternal'?

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    1. Así es, pero Charles sí demuestra tener una cierta responsabilidad, además de humanidad, por muy simple y plano que sea.

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    2. Me has respondido exactamente en el sentido que te comento: el sentido maternal es una entelequia, otro asunto es, como dices, la responsabilidad, que puede sentir tanto varón como mujer. padre o madre

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  9. Llámelo como quiera, pero lo que está claro es que, como ha dicho muy acertadamente Barbusse más arriba, Emma no siente ni instinto ni, lo que es menos justificable, amor maternal. Eso último sí que explica mucho sobre su persona, pues aunque Charles no puede llegar a traer un niño al mundo, por su propia condición masculina, sí es capaz, por el contrario, de respetar y de querer a ese hijo, cosa de la que su mujer es incapaz. Esto me parece muy llamativo sobre la calidad de los sentimientos de la protagonista como persona -ya no como madre- y sí es un dato a tener en cuenta. Creo que por ahí iba su aportación y que estamos de acuerdo en lo fundamental, me parece.

    Un saludo cordial.

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    1. Ciertamente, ya no hablamos como madre, sino como persona, y demuestra ser incapaz de amar a nadie, ni a su propia hija.

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  10. Por otro lado, y aprovechando que está en nuestro grupo de comentaristas, me gustaría plantearle una duda, que es al mismo tiempo una curiosidad, a María Teresa Gallego, la autora de esta impecable traducción de la novela que ha salido en Alba. Se trata de la galguita italiana que tiene como mascota la señora Bovary, animal que, por otra parte, se dice arriba en la entrada de Barbusse que es un claro símbolo de la etapa de Emma en Tostes. Pues bien, me llama mucho la atención, y sin duda es uno de los grandes aciertos de esta traducción, el que sea tan precisa, así que se traduce directamente como "galguita" y no, como en otras traducciones, que no se mojan tanto, como simplemente "perrita", sin más precisión, e incluso en algún texto hablan del perro "lebrel" de la señora bovary (cambiándole incluso el sexo, lo que ya sí que podría ser un trauma para el pobre animal).

    Son estos pequeños detalles lo que yo creo dan valor añadido a esta versión de la novela. Aprovecho para felicitar sinceramente a su autora.

    Un saludo.
    Si María Teresa fuese tan amable de

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    1. Estoy contigo en la precisión flaubertiana de esta traducción que, como consecuencia inmediata, hace que sea de una musicalidad y de una belleza espectacular.

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  11. Aprovecho un párrafo de un artículo sobre la traducción de Los miserables que tengo entre manos y que escribí hace poco para un suplemento cultural de un periódico. Es que hoy tengo un día muy liado. Pero en otro momento, si interesa, podemos ahondar más en el tema de la indagación del vocabulario en la traducción literaria y de la adecuación a la época en que se escribió el libro. Éste es el párrafo:

    "Existen varias teorías respecto a volver a traducir una y otra vez las llamadas obras clásicas, palabra que abarca, por lo demás, muchos siglos de literatura, tanto más cuanto que hablamos también desde hace una temporada de «clásicos modernos» refiriéndonos a los escritores de principios del siglo XX.
    Hay quienes defienden que cada generación debe contar con nuevas traducciones de las obras maestras de la literatura universal que aliñen, por decirlo de alguna forma, esas obras a los gustos y usos de cada época. No es éste el lugar de ahondar más en este controvertido tema, pero no puedo por menos de decir que, personalmente, profeso la opinión diametralmente opuesta: las nuevas traducciones, en mi opinión, lo que deben hacer es usar las gigantescas facilidades con que cuenta ahora el traductor editorial, el traductor literario profesional, para afinar en sus búsquedas e investigaciones de todo tipo y, desde luego, de construcciones y vocabulario, que le permitan poner en manos del lector una obra que no sólo diga lo que dice el original sino que lo diga con una tonalidad que «suene» como el original todo cuanto esté en manos del autor de la traducción, es decir, que respete y reproduzca no sólo el fondo y la forma y el estilo del escritor, sino también su melodía de escritor de determinada época.
    Cuando yo empecé a traducir, un traductor tenía a su alcance los diccionarios, enciclopedias y otros libros necesarios que su peculio, nunca excesivo, le hubiera permitido adquirir, las bibliotecas de la ciudad en que viviese, que podían ser pocas o ninguna, según donde viviese, y las consultas a amigos y colegas, no siempre por teléfono, sino, muchas veces, por correo postal, sin la comodidad e inmediatez del correo electrónico. La vida del traductor literario es una continua investigación, y no sobre un tema concreto en el que esté especializado de forma monotemática, sino sobre aquello que le demande el libro de turno. El traductor literario se va convirtiendo con el paso de los años y de los libros traducidos en un erudito como pocos. Pero ahora está a su alcance investigar a más y mejor viva donde viva. Ahora, como traductora de literatura francesa, tengo a mi alcance los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia, múltiples bilingües de la época del libro que estoy traduciendo, sobre todo si es éste un clásico del siglo XIX, obras de estudiosos de ese libro, todas las ediciones del Diccionario de la Academia Francesa, ediciones antiguas del Littré, entre otros, y además las primeras ediciones de Balzac, Maupassant, Flaubert, Zola, Victor Hugo… Sin contar con otras muchas posibilidades de investigación que no viene al caso comentar ahora. Internet ha abierto ilimitadas posibilidades al traductor."

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    1. Muy interesante y esclarecedor lo que comentas, con lo que estoy, además, totalmente de acuerdo. Ese concepto de traducción cobra todavía mayor relevancia en una obra como la que nos ocupa, donde la forma es esencial, pues recordemos que la intención de Flaubert era hacer una novela que se mantuviera solo con la fuerza interna del estilo.

      Para mí, como lector, no hay mayor horror que encontrarme en una traducción términos intrusos y fuera del contexto geográfico y cronológico de la obra, "aliños" como tú dices. Todavía recuerdo obras en las que las "libras" o los "francos" o los "rublos" del original se traducían por "pesetas", por no hablar de las traducciones de los nombres propios; sin ir más lejos, en otras traducciones, nuestro Charles Bovary se convierte en Carlos Bovary, Rodolphe en Rodolfo, y Léon -cambiando su tilde de lugar- en León. Y eso por no hablar de otro tipo de aterradores apaños y "meriendas" del traductor ante alguna expresión difícil o que requiere una mayor investigación. O de aquellos que usan unas construcciones gramaticales y unas expresiones que más que castellano parecen de un idioma remoto, ajeno, postizo y acorchado.

      En líneas generales no suelo ver ya atrocidades de alta categoría en las traducciones que habitualmente leo en español (quizá también por el tipo de libros que son de mi interés y, sobre todo, creo yo, por las editoriales que frecuento). Creo que hay muy buenos traductores en nuestro país; siempre, claro, nos podemos llevar un mal rato con alguna metedura de pata, pero yo creo que la profesionalidad impera. Doy tanta importancia a la traducción a la hora de comprar un libro, que, a fuerza de buenas experiencias y de grandes fiascos, puedo presumir de conocer bastante bien los nombres de los traductores de los que es aconsejable huir y mantener a considerable distancia y de aquellos otros que son una garantía de buen hacer. Son muchas las veces que, debido a una mala traducción, he cerrado un libro en una determinada página para nunca más volver a abrirlo. También son muchas las veces que me he puesto en contacto con un determinado traductor para expresarle mi felicitación por un determinado trabajo que yo he considerado excelente.

      Seguimos.

      Saludos.

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    2. Por cierto, María Teresa, ejem..., esa traducción de "Los miserables", ¿para cuándo? ¿edición magrinyaniana?

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    3. No, para la Biblioteca de Traductores de Alianza Editorial.
      Espero acabar antes de fin de año.

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    4. Me parece muy interesante lo que dice sobre la traducción María Teresa. Esa teoría, ahora de moda, de "modernizar" lo clásico y adaptarlo al hablante actual, nunca me había llegado a convencer, y su postura en cambio me parece de lo más razonable. Efectivamente estamos en una época en que tenemos "todo" a nuestro alcance y lo menos que tenemos que hacer es aprovecharlo. Cosa, anque pudiera parecerlo, nada fácil, porque no basta con tener las herramientas, se necesita la suficiente cultura (no sólo lingüística, sino histórica y de otras disciplinas) para trasladar la esencia de una frase a un hablante de otra lengua. Y, sobre malas traducciones del pasado, recuerdo aún una en que repetían sin cesar "camino de hierro" por ferrocarril.

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    5. Por citar malas traducciones, traigo aquí a colación la de Austral de Robinson Crusoe, donde continuamente hablaba de "pequeña Chalupa", "mi pequeño eclesiástico", y para rematar a Viernes lo llamaba Domingo. para enmarcar.

      saludos

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    6. No quiero interferir en el estudio del libro y el debate sobre él.
      Cuando concluya, si hay a quien le interese, puedo comentar algunas cosas sobre el trabajo del traductor literario y sobre los procedimientos de algunas editoriales.

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  12. Bueno, señores y señoras: vamos a una ronda de repaso de sus pasajes o fragmentos preferidos de estos capítulos, que hay muchos, nutridos y variados.

    ¿Quién empieza?

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    1. Me aprovecho de la hora tardía para poder escoger el primero, sin la competencia de las horas punta. ¡Hay tantos fragmentos memorables!
      Me gusta la conversación en la fonda del capítulo I, donde con gran economía de medios se nos presenta el panorama humano donde está a punto de "aterrizar" el matrimonio Bovary. También, claro, el contrapunto entre las conversaciones de Homais con Charles y de Emma con Léon. Vargas Llosa aprendió mucho de estas técnicas y las lleva al paroxismo en obras como "Conversación en la Catedral".
      Pero querría resaltar un pasaje que me resulta especialmente curioso. Es justo el que sigue al nacimiento de la niña, cuando cada personaje propone un nombre para la criatura. Es deliciosa la manera con que Flaubert refleja, valiéndose de este pretexto, la personalidad de cada uno. A Emma le gusta "Galsuinde; y, más aún, Yseut o Léocadie". Charles, en cambio (cómo no), quiere que se llame como su madre. Léon propone Madeleine, "que está ahora mismo muy de moda" (un rasgo definitorio de su simpleza). Homais (pedante como es)opta por los nombres de hombres ilustres. Es un párrafo muy eficaz y, por otra parte, con tono humorístico, rasgo este también presente en Flaubert, aunque esté tratado con tal finura que pueda pasar desapercibido.

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  13. me quedo con este:

    Se quedaba quebrantada, jadeante, inerte, sollozando en voz baja y con las lágrimas corriéndole por las mejillas.
    -¿Por qué no se lo cuenta al señor? -le preguntaba la criada cuando entraba y se la encontraba con uno de esos ataques.
    -Son los nervios -contestaba Emma-; no le digas nada, le darías un disgusto.
    -¡Ay, sí! -seguía diciendo Félicité—. Está usted exactamente como la Guérine, la hija del tío Guérin, el pescador de Le Pollet; la conocí en Dieppe, antes de entrar en casa de usted. Estaba tan triste, tan triste que, al verla en el umbral de su casa, te parecía un paño de entierro colgado delante de la puerta. Por lo visto la enfermedad que tenía era algo parecido a una niebla metida en la cabeza y los médicos no podían
    hacer nada, ni el párroco tampoco. Cuando le entraba muy fuerte, se iba sola a orillas del mar, y el teniente de la aduana se la encontraba muchas veces, cuando hacía la ronda, llorando boca abajo en los guijarros. Luego, cuando se casó, se le pasó, dicen.
    -Pero a mí -decía Emma— me entró después de la boda.

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  14. Una buena escena es la conversación entre Homais y el cura:
    ¿Calle, señor Homais! ¿Es usted un herje! ¿No tiene religió!. El boticario contestó: ¿Tengo una religión, mi religión, y tengo incluso más que todos esos, con sus farsas y sus charlatanerias! ¿Adoro a Dios, antes bien! ¿Creo en el Ser Supremo, en un creador, fuere quien fuere, poco me importa, que nos puso en este mundo para cumplir con nuestros deberes de ciudadanos y de padres de familia; pero ¿no necesito ir a una iglesia, ni besar una fuente de plata, ni engordar con mi dinero a un montón de cuentistas que comen mucho mejor que nosostros!.
    ¿Mi Dios es el Dios de Sócrates, el de Franklin, el de Voltaire y el de Béranger!..........

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  15. En mi comentario anterior, confundí el signo de admiración con el de interrogación, pido perdón. Aunque creo todos saben donde está el pasaje.
    saludos

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  16. la Señora Bovary era básica y esencialmente una víctima, no un verdugo, y en general vuestros comentarios están exentos de toda compasión por la pobre individua y a mi jucio, por ello, muy desencaminados.

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  17. Que me fastidia que determinadas personas tengan el don de ser el centro de atención en todos los ámbitos de la vida y como no podía ser menos también en este terreno de los blogs. Debo decir al Sr Lansky, que debe de analizarse interiormente y pensar que no siempre se puede estar en posesión de la verdad y que hay momentos en que ésta es ambigua y no fácil de determinar y de analizar. Estamos en en este magnifico blog realizando una lectura guiada sobre una obra fundamental de la literatura, donde aparecen personajes muy complejos, aunque nos parezca lo contrario y por ello no puede intervenir nadie, nunca manifestando que TODOS los que damos nuestra opinión estamos desencaminados porque este señor tenga otra distinta.
    En este sentido y en el supuesto de que estemos desencaminados, solicito encarecidamente que este señor me encamine.

    un saludo desde Gijón-España

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    1. Sí, se ve que hay gente que lo tiene muy claro, aunque no explique ni razone nada, tan solo soltar "boutades", y ni eso.

      Un saludo.

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  18. Suscribo totalmente tu comentario, Francisco.

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  19. Ahora resulta que todos los seguidores del blog no nos hemos enterado de nada. Leemos paginas y paginas y no nos enteramos. Nuestra capacidad intelectual es nula. Gracias al sr. Lansky que nos ilumina.

    Yo tambien me uno a Francisco. ¡Que nos encamine este señor, por Dios!

    Saludos

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  20. Nosotros estamos desencaminados, quien nos encaminará. El encaminador que nos encamine, buen encaminador será.

    Un saludo

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  21. Yo ya me he encaminado

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  22. Veis: ya estáis todos unidos, contra alguien, se llama horda, masa acrítica

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  23. Mire Sr. Lnsky, yo soy el del nombre compusto y sin novia, y le voy a dar desde la máxima humildad un consejo. Cuando las personas tienen un cierto criterio, cosa que no dudo de usted, ante determinadas situaciones que se presentan, toman la decisión más adecuada; y en este caso en que observa que sus participaciones en este blog no las tragamos, yo creo que la decisión correcta es marcharse, no participar, claro está que a lo mejor sí ha tomado la decisión más adecuada para usted que es la de fastidiar, en este último caso, tampoco lo consigue, porque no fastidia, si no que lo que produce es rechazo.
    Váyase señor Lansky.

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  24. Horda: "grupo de gente que obra sin disciplina y con violencia". No tengo más que decir. Me despido de este maravilloso blog mientras esté presente este violento verbal.
    Un saludo a todos y gracias

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  25. Vamos a ver, no pensaba intervenir, porque en realidad me parecía tan modélico y oportuno el comentario realizado por Francisco que podría haberlo firmado yo mismo perfectamente. Sin embargo, prefiero personalmente dejar claras una serie de cosas:

    - Aquí se debate con respeto, eso lo primero.
    - Además del respeto, que, insisto, subrayo y recalco, es lo primero y fundamental, se espera que los comentarios estén razonados o argumentados, en la medida de lo posible, pero no revestidos de exhalaciones dogmáticas que manifiestan desprecio a todos los demás participantes que estamos tranquilos y aplicados a una tarea, la cual, entiendo, puede resultar sin interés a determinadas personas.
    - Para esas personas que esta lectura no les incite interés y su intención es la de molestar, decirles que aquí, en mi casa, no son bienvenidos, así que la puerta está abierta.

    Espero, señor Lansky, sea consecuente y se marche.
    Gracias.

    Saludos.

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  26. Sería penoso que estas conversaciones tan interesantes se echasen a perder por una exagerada sensibilidad. Creo que hay sitio de sobra para montones opiniones y las correspondientes disensiones. Lansky puede estar equivocado pero el resto se equivoca con su acoso. Así que lo mejor es que cada uno escriba sus opiniones, a poder ser bien fundamentadas, y que aquellas que no nos gusten sirvan para cuestionarse las propias y no un motivo para sentirse ofendidos.
    Un saludo,
    Jorge

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    1. No, Jorge, no, no se trata de sensibilidad sino de respeto, no confundamos. Son ya varias veces (y con varios comentarios que han sido suprimidos), y como en mi blog mando yo y solo yo, espero que el aire corra. Hay muchos blog para lucirse y perder el tiempo. El mío no.

      Gracias de todas formas por tu opinión.

      Un saludo.

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  27. Me parece rápida y acertadísima la decisión de Barbusse. Pretender mantener la identidad y calidad de este blog también pasa por ahí. Desde aquí mi felicitación.

    Un abrazo,.

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